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5/2/13

UNIVERSO HOLOGRAMA


David Bohm, conocido físico de la Universidad de Londres, sostenía que los descubrimientos de Aspect implicaban que la realidad objetiva no existe. El universo es en realidad un fantasma, un holograma gigantesco y espléndidamente detallado. 
Bohm está convencido de que el motivo por el cual las partículas subatómicas permanecen en contacto independientemente de la distancia que las separa reside en el hecho de que esta separación es una ilusión. Mantenía que, a un nivel cualquiera de realidad más profundo, tales partículas no son entidades individuales, sino extensiones de un mismo “organismo” fundamental. 
En un Universo holográfico incluso el tiempo y el espacio no serían más que los principios fundamentales. Debido a que conceptos como la localidad son infringidos en un Universo donde nada esta verdaderamente separado de lo demás, también el tiempo y el espacio tridimensional deberían ser interpretados como simples proyecciones de un sistema más complejo. En su nivel más profundo, la realidad no es otra cosa que una suerte de superhologramas en los cuales el pasado, el presente y el futuro coexisten simultáneamente. 
El doctor Karl Pribram cree que los recuerdos no son almacenados en cada neurona individualmente o en pequeños grupos de neuronas, sino en los esquemas de los impulsos nerviosos que atraviesan todo el cerebro, como los esquemas de los rayos láser que atraviesan toda el área de un fragmento de película que contiene la imagen holográfica. Por tanto, el cerebro mismo funcionaría como un holograma y la teoría de Pribram explicaría también la forma en que este órgano puede contener tal cantidad de recuerdos en un espacio así de limitado. 
Ha sido calculado que el cerebro de nuestra especie tiene la capacidad de almacenar, durante la duración media de la vida, cerca de 10 millones de informaciones y se ha descubierto que también los hologramas poseen una sorprendente capacidad de memorizar, de hecho, simplemente cambiando la perspectiva desde la que dos rayos láser golpean una película fotográfica, se pueden acumular millones de informaciones en un sólo centímetro cúbico de espacio, e incluso relacionar ideas y decodificar frecuencias de todo tipo. 
También nuestra estupefacta capacidad para recuperar velozmente cualquier información del enorme almacén de nuestro cerebro resulta explicable más fácilmente, si se supone que éste funciona según los principios holográficos: no es necesario dar la vuelta a un gigantesco archivo alfabético cerebral, porque cada fragmento de información parece estar todavía instantáneamente relacionado a todos los demás: otra particularidad típica de los hologramas. 
Aquellas curaciones consideradas como milagrosas podrían ser, en realidad, una mutación del estado de conciencia capaz de provocar cambios en el holograma corporal. De la misma forma podría darse que algunas de las polémicas técnicas de curación alternativas como la visualización, resulten así de eficaces porque en el dominio holográfico del pensamiento las imágenes son en el fondo tan reales como la realidad: el mundo concreto es una tela blanca que espera a ser pintada. Incluso las visiones y otras experiencias de realidad no ordinaria pueden ser fácilmente explicadas si aceptamos las hipótesis de un universo holográfico. 

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