La
historia de cómo se formó la Luna,
es a grandes rasgos bien conocida por los científicos. Hace unos
4.500 millones de años, un enorme objeto celeste, probablemente un
proyecto de planeta llamado Theia,
chocó
violentamente contra la joven Tierra.
Los
restos que salieron despedidos de la colisión
formaron una densa nube que, por las leyes de la gravedad, se fueron
uniendo hasta dar forma a lo que hoy es nuestro único satélite
natural. Hasta ahora, se creía que este choque a gran velocidad
había sido lateral, en un ángulo de unos 45º o más. Sin embargo,
un equipo de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) ha
encontrado nuevas evidencias que sugieren que la
embestida no fue de lado, sino frontal.
Lo cuentan esta semana en la revista Science.
En
2014, un equipo de científicos alemanes publicaba en Science que la
Luna también tiene su propia relación única de isótopos de
oxígeno, diferente de la de la Tierra. La nueva investigación, en
la que se han utilizado las técnicas más modernas para realizar las
mediciones, encuentra que ese no es el caso. «No vemos ninguna
diferencia entre los isótopos de oxígeno de la Tierra y los de la
Luna; son indistinguibles», dice Edward Young, autor principal del
nuevo estudio y profesor de geoquímica y cosmoquímica en UCLA.
El
hecho de que las rocas de la Tierra y la Luna compartan firmas
químicas es muy revelador, dice Young. Si la Tierra y Theia hubieran
chocado en un golpe lateral, la gran mayoría de la Luna se habría
hecho principalmente de Theia, así que nuestro mundo y la Luna
deberían tener diferentes isótopos de oxígeno. Una colisión de
frente, sin embargo, probablemente habría dado lugar a una
composición química similar.
«Theia
se mezcló a fondo tanto en la Tierra como en la Luna, y se dispersó
entre ellos uniformemente», dice Young. «Esto explica por qué no
vemos una firma diferente de Theia en la Luna en comparación con la
Tierra». Theia, que no sobrevivió a la colisión, estaba creciendo
y probablemente se habría convertido en un planeta si no se hubiera
producido el fatal accidente. Algunos investigadores, entre ellos
Young, creen que el protoplaneta era aproximadamente del mismo tamaño
que la Tierra; otros estiman que era más pequeño, tal vez de
similar a Marte.
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