Así
como dos inmensos ríos que se encuentran y se juntan entre sí, la
antigua religión divina de los Atlantes y la nueva religión de los
Vedas se juntaron y florecieron en la naciente raza Aria.
Al
nordeste de África se extendía una tierra casi inhabitada, la
finísima arena del desierto era la única dueña del territorio,
pero en el linde oriental de este desierto, se estableció una nueva
raza después conocida con el nombre de Meda. Dos grandes ríos el
Eufrates y el Tigris, surcaban esa tierra y ayudaron la tarea
fundadora de los nuevos habitantes.
La
historia de la destrucción de la Atlántida, será escrita en los
anales caldeos con la leyenda del "Dios Belo". Por la
maldad de los hombres, Dios decide destruirlos y encarga a Xisutros
que construya un arca y guarde en ella a todo ser bueno y que navegue
hacia la tierra de Nicir, tierra prometida de salvación.
El
Titán y el Ner, gigantes caldeos, son también vislumbres del
conocimiento que tenían de la gigantesca raza Atlante. La lucha de
los primitivos caldeos contra la rebelde naturaleza e incomodidad del
terreno que habitaban y el recuerdo del culto natural de sus
antepasados arios, hizo que divinizaran los elementos y fenómenos
naturales. Pero el culto más arraigado de este pueblo, que
alcanzaría un grado elevadísimo de civilización, es aquél de la
existencia de la vida después de la muerte, de la reencarnación y
de la influencia de los seres buenos y malos sobre la tierra y los
hombres. Por eso, el primitivo Sacerdote Caldeo es el mago, que con
perfecta vocalización, aleja a los espíritus inferiores e invoca la
protección de los buenos.
El
estudio profundo de las artes mágicas, hace de los sacerdotes e
Iniciados caldeos grandes químicos y grandes conocedores del aspecto
oculto de la naturaleza. Como aprendieron que toda influencia humana
está sujeta a la influencia estelar y sideral, fueron astrónomos
consumados. Tan cierto es esto, que los templos caldeos se pueden
considerar como grandes observatorios. Los antiguos templos eran
rectangulares y se llamaban Zigurats, con tres, cuatro o siete pisos
sobrepuestos. Estaban construidos sobre grandes cerros artificiales y
el piso superior de forma semiesférica, era un perfecto aparato
telescópico fundido en plata y oro. Allí estaba la cámara secreta
de la Diosa Ishtar, a la cual no podían entrar más que los Grandes
Sacerdotes Iniciados o los iluminados que hubieran logrado la
clarividencia mental. Los pueblos caldeos, que primitivamente se
constituyen en clanes para la disciplina de su organización,
alcanzaron bien pronto un gran poder y civilización. No ponían
piedras ni mármoles como los egipcios; pero supieron escribir su
historia sobre grandes ladrillos de barro que han llegado hasta los
días actuales.
También
adoraron a un Dios Único, Zi Ana (Dios Creador), Si Kia (el Dios
humanizado), el redentor hecho hombre, llamado el Grande y Sublime
Pez. Recordemos
que el Pez, inicialmente era el símbolo de los primeros cristianos.
Fuente:Diez Grandes Religiones - Santiago Bovisio.
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