7/5/17

LO ABSOLUTO (VI)


Los antiguos no han conocido más que la verdad a medias; pero esta media verdad la convierten hoy nuestros contemporáneos en un completo error. Siento con todo mi corazón disentir radicalmente en esta cuestión, de la opinión de algún amigo querido; pero la verdad es antes que todo, y por eso me veo obligado a decir que la noción de la sustancia venía sencillamente iniciada por todos los grandes filósofos, los cuales la fijaban tradicionalmente en algún atributo de la idea de cantidad.

Esta noción empezó a ser estropeada por Descartes, imitando a Demócrito y Epicuro, pues convirtió la cantidad en la idea material de la extensión, añadió a la sustancia de los cuerpos otra sustancia diferente para los espíritus, el pensamiento; y de este modo cortó las relaciones entre lo físico y lo moral, truncando la ley armónica de la creación, que consiste en la ley de continuidad que dice que un ser que tiene un principio, tiene su principio en otro; destruyó la ley de causalidad rompiendo la conexión causal entre unas cosas y otras cosas; y sin tener presente la tesis de razón suficiente, que cada efecto tiene una razón suficiente, de la cual él es la continuación, y él se vuelve a su vez la razón suficiente de otro efecto.

Pero los modernos, queriendo simplificar el problema, lo han embrollado mucho más que Descartes, a pesar de la ilusión de Bordas que, a propósito de su teoría de la sustancia, decía: “no la cambiaría con Platón por su Parménides, que es la obra más sublime de la filosofía anterior al cristianismo”.
Y ¿qué ha hecho Bordas para estar tan satisfecho de su teoría? lo siguiente. Descartes hizo de la extensión material la sustancia de los cuerpos, y de otra cosa, el pensamiento, la sustancia de los espíritus. Bordas constituyó el pensamiento por la fuerza, la unió, por medio de algún conjuro, indisolublemente a la extensión, y de este modo creyó volver a unir la solución de continuidad, terraplenando el abismo que había dejado Descartes entre la extensión y el pensamiento, osea, entre la materia y el espíritu.
Pero Bordas ha faltado en su teoría a las más rudimentarias nociones de metafísica, queriendo hacer un simple de dos compuestos, por más que esos dos compuestos los quiera unir indisolublemente por medio de no sé qué cal hidráulica o cemento romano. Dos cosas indisolublemente unidas, estarán indisolublemente unidas; pero son dos cosas. El medio que los una será todo lo viscoso, todo lo fundente que se quiera; pero una sustancia compuesta de ese modo, nunca será una sustancia, sino tres sustancias, las dos cosas unidas, y la viscosidad que las une.

Dice Mateos que habiendo buscado todos los filósofos la noción de sustancia, unos en la extensión, y otros en la fuerza, esto prueba que está en las dos; y sin más discusión, casa a la fuerza con la extensión, uniéndolas al aire libre con el mismo lazo intelectual y moral que pudiera tener el matrimonio de Teresa con Bousseau.
La deducción me parece poco lógica. Una vez que todos los filósofos han buscado la sustancia, estos en la extensión y aquellos en la fuerza ¿no es inferencia más natural la de que todos los filósofos han dado nombres diferentes a una misma cosa? o ¿no es más sencillo creer que esa extensión no es otra cosa más que una fuerza distendida, y que esa fuerza es solamente una extensión concentrada?

Continuará...

No hay comentarios:

Publicar un comentario