El
planeta Urano fue descubierto en 1.781 por William Herschel,
astrónomo y músico. Se le bautizó con el nombre de Urano por ser
el primer planeta descubierto después de Saturno, dando continuidad
al panteón familiar en la saga de los dioses, Urano es padre de
Saturno, como éste lo es de Júpiter.
Urano
es el séptimo planeta del Sistema Solar. La principal característica
parece ser la extraña inclinación de su eje de rotación casi 90
grados con respecto a su órbita; la inclinación no solo se limita
al mismo planeta, sino también a sus anillos, satélites y su campo
magnético.
Urano
posee la superficie más uniforme de todos los planetas por su
característico color azul-verdoso, producido por la combinación de
gases presentes en su atmósfera, y tiene 11 estrechos anillos de
alquitrán negro, cuya anchura no llega en ninguno de ellos a los 10
kms., esos anillos no se pueden observar a simple vista. Además
posee un anillo azul, el cual es una rareza planetaria. Urano es uno
de los pocos planetas que tiene un movimiento retrógrado, similar al
de Venus.
Posee
un núcleo compuesto de rocas y hielos de diferente tipo, estos
últimos mucho más abundantes. El planeta cuenta con una gruesa
atmósfera formada por una mezcla de hidrógeno y helio que puede
representar hasta un 15% de la masa planetaria.
Urano
(como Neptuno) es en muchos aspectos un gigante gaseoso cuyo
crecimiento se interrumpió sin haber acumulado las grandes masas de
gases de los planetas gigantes Júpiter y Saturno.
El
interior de Urano no es propicio para la vida, ya que la presión y
el frío son extremos, además de que los rayos del Sol no traspasan
más de unos cientos de metros la atmósfera. Aunque ya sabíamos que
es uno de los lugares más hostiles para la vida en el Sistema Solar,
ahora tenemos un motivo más para no viajar a este planeta: su olor.
Un
equipo de científicos acaba de demostrar que en las capas superiores
de la atmósfera de Urano abunda el sulfuro de hidrógeno, un gas
responsable del clásico olor a huevos podridos.
Los
investigadores, que publican su trabajo en la revista Nature
Astronomy, han descubierto que este gas tan nocivo se arremolina en
las nubes del planeta. Aunque era algo que se sospechaba, nadie hasta
ahora había sido capaz de demostrar la composición de estos
cúmulos. El trabajo pone de manifiesto las diferencias entre los
llamados “gigantes gaseosos” (Júpiter y Saturno) y los “gigantes
de hielo” (Urano y Neptuno). Mientras que en los primeros es
amoníaco lo que se detecta en las nubes, en Urano, y posiblemente en
Neptuno también, el sulfuro de hidrógeno es el principal
componente. Estas diferencias se habrían originado ya desde el mismo
momento del nacimiento de los planetas.
Durante
la formación del Sistema Solar, el balance entre nitrógeno y
azufre, y por tanto entre amoniaco y sulfuro de hidrógeno, vino
determinado por la temperatura y la localización de cada planeta.
Estos hallazgos revelan que, aunque la atmósfera de Urano sea un
lugar tremendamente desagradable para los humanos, este extenso mundo
es un terreno fértil para explorar la historia de nuestro Sistema
Solar y quizá también para entender las condiciones que se dan en
otros grandes planetas helados que orbitan estrellas más allá de
nuestro Sol.
Urano
tiene 27 satélites naturales conocidos. Los nombres de los satélites
de Urano se toman de los personajes de las obras de William
Shakespeare y Alexander Pope, especialmente de sus protagonistas
femeninas.
Los
satélites más grandes son Titania y Oberón, de tamaño similar
(1.580 y 1.520 kms. de diámetro, respectivamente), otros satélites
importantes son Umbriel, Ariel y Miranda. Estos eran los cinco
satélites conocidos de Urano antes de que el Voyager 2 llegara allí.
Ninguno de los satélites de Urano tiene atmósfera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario