Astarté
es el nombre de la principal diosa fenicia de la costa sur de la
Península ibérica, conocida por los sumerios como Inanna, por los
acadios como Ishtar y por los israelitas como Asera. Los fenicios de
Tiro llevaron su culto, extendiéndose entre las poblaciones
tartésicas.
En
la época helenística (s. IV al I a.C.) cuando los griegos se
asentaron en Oriente Próximo, asimilaron a Astarté con su Afrodita
y en parte con Deméter. Los griegos la también la llamaban Isis.
De
acuerdo con el libro The Early History of God, Astarté sería la
denominación correspondiente a la Edad de hierro (después de 1.200
a.C.) de la diosa Asera de la Edad de bronce (antes de 1.200 a.C.).
La
forma griega Astarté que era considerada la "diosa de los
sidonios" (1ª Re 11:5), en las Cartas de Amarna, es Ashirtu y
Ashratu.
Attar
(en ugarítico y lengua sur-arábiga, ṯtr), también conocido como
Athtar, Athar, Astar o Ashtar es el dios del lucero del alba (Venus)
en la mitología semítica occidental y se corresponde con la diosa
Istar en Mesopotamia, asociada también a Venus.
Su
nombre en egipcio es Ast, y primitivamente fue una diosa-cielo,
originaria de Behbet-el Hagar, en el delta del Nilo. Llevaba un trono
(ast) sobre su cabeza y originalmente fue representante del trono.
Reina de los dioses; gran diosa madre; recuperadora y embalsamadora
del cuerpo de Osiris; protectora de Horus niño hasta que éste pudo
luchar por su patrimonio. Su morada en los cielos era la estrella
Sotis (Sirio) de la constelación de Orión (asociada a Osiris), por
lo que también fue conocida como Isis-Sothis.
Astarté
representaba el culto a la Madre Tierra y la fertilidad, progenitora
de todos los seres vivos, diosa de la fecundidad, del amor y la vida,
pero también podía serlo de los astros. Sus símbolos eran el león,
el caballo, la esfinge, la paloma, y una estrella dentro de un
círculo que indica el planeta Venus.
Según
los historiadores griegos y romanos de la antigüedad, en la costa
sur de España había templos dedicados a una diosa relacionados con
Astarté (Venus).
Estrabón,
en su libro III, habla de una serie de santuarios a lo largo de la
costa de Cádiz, que pueden identificarse con templos de navegantes
que profesaban su culto, por lo que se habla de que en Hispania,
Astarté era considerada protectora de los marinos. Desde las costas,
las influencias llegarían por el interior hasta lo que hoy son las
provincias de Andalucía y Extremadura. Los motivos de la
desaparición del reino de los Tartessos, siguen siendo una incógnita
para los historiadores. Independientemente de las causas de su final,
a partir el siglo VI, la gran influencia fenicia de Astarté se ve
superada por la diosa Tanit cartaginesa.
En
la actualidad, perviven las peregrinaciones a los lugares de culto de
la diosa Astarté, donde en la época fenicia había algún templo en
su honor. Es el caso de la peregrinación del Rocío a las marismas
de Huelva.
Todo
parece indicar que los Cananeos al instalarse en Gadir y construir
santuarios en Spal y otros enclaves del rio Guadiana, construyeron
los primeros santuarios dedicados a sus dioses Baal y Astarté que
formaban una pareja.
Astarté
sale en el Ocaso y rige las estrellas del cosmos hasta el Alba. Su
símbolo, la Estrella de ocho puntas, representa el planeta del amor,
el lucero del alba que sigue celebrándose en el sur peninsular, cuyo
símbolo representa a la actual Andalucía.
Baal
rige el día y la fertilidad de los cultivos como el Osiris Egipcio.
La virilidad era representada por el Toro, por eso Baal también
aparece como un toro joven.
Este
símbolo asociado a otros representativos de la Diosa-Madre, se
encuentra en diversos yacimientos de grabados rupestres diseminados
por todas las Islas Canarias.
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