Hoy se sabe que los seres humanos vivían en Palestina hace más de un millón de años en el periodo llamado Paleolítico (Piedra Antigua). Durante cientos de miles de años estas gentes permanecieron como cazadores y recolectores.
Pero en algún momento del IX milenio a.C., tuvo lugar ese largo paso en la evolución del hombre del que hablara Bronowski (1973, p. 64). Durante los siguientes seis mil quinientos años, los pobladores del Oriente Próximo aprendieron a construir y mantener complejas estructuras sociales, políticas, económicas y religiosas que van a culminar en las grandes ciudades fortificadas de la Edad del Bronce Antiguo.
Entre el final de la denominada Edad de Piedra Media (c. 18000-8500 a.C.) y el comienzo de la Edad del Bronce Antiguo se sitúan dos periodos arqueológicos sumamente importantes: el Neolítico (Piedra Nueva, c. 8500-4200 a.C.), y el Calcolítico (Piedra de Cobre, c. 4200-3300 a.C.). Ambos estadios del desarrollo del ser humano han sido objeto de un tratamiento minucioso por parte de los especialistas y se merecen un serio estudio. Sin embargo, debido a nuestras limitaciones de espacio, sólo podemos mencionarlos de modo sucinto y remitir al lector interesado a la bibliografía.
EL PERIODO NEOLÍTICO.
Este periodo se divide a su vez, en dos subperiodos principales: el Neolítico precerámico (8500-6000 a.C.) y el Neolítico cerámico (6000-4200 a.C.).
Se han identificado varios cientos de emplazamientos neolíticos en el Oriente Próximo, desde el Éufrates medio en Siria, al desierto del Sinaí en el Levante meridional. Uno de los más famosos es Jericó, aún llamada la ciudad más antigua del mundo. Entre los principales logros de este largo periodo prehistórico se encuentra el descubrimiento de la cerámica en algún momento del VI milenio a.C., quizá propiciado por el uso que se hacía de hogares enlucidos desde el Neolítico precerámico.
En consecuencia, los restos cerámicos que se encuentran en los yacimientos del Oriente Próximo son una de las principales herramientas de diagnóstico a disposición del arqueólogo, no sólo a la hora de establecer cronologías absolutas, sino también para comprender muchos otros aspectos de las sociedades antiguas.
EL PERIODO CALCOLÍTICO.
En el VI milenio a.C., surge en el Oriente Próximo la tecnología necesaria para la producción del cobre. Dicha técnica no reemplazó sin embargo el uso de la piedra, de ahí el nombre de Calcolítico con que se describe el periodo.
Aunque se conocen muchos emplazamientos calcolíticos, esta época es aún en cierta medida un misterio por lo que se refiere tanto a su inicio como a su fin.
Se han encontrado sólo en Palestina más de 200 yacimientos. Se extienden desde el Golán en el norte al Neguev en el sur; de la llanura costera en el oeste a la Transjordania en el este.
Tres de los asentamientos permanentes más importantes son Shiqmim (Levy 1995 a) y Gilat en la región de Beersheba, y Teleilat Ghassul en Transjordania. Estos yacimientos han proporcionado la mayor parte de la información de la que disponemos para este periodo.
Uno de los avances más sorprendentes de esta cultura se refiere a la especialización artesanal. La alta calidad de los restos materiales sugiere la existencia de una clase profesional de artesanos cualificados. Buena prueba de ello son las piezas de cobre, cuyos ejemplos más famosos se hallaron en la Cueva del Tesoro en 1961. Este tesoro contiene 416 piezas de cobre, así como objetos en marfil tallados sobre colmillos de hipopótamo y elefante. En la producción artesanal de este periodo se incluyen una industria del basalto en el Golán, estatuillas antropomorfas en marfil procedentes, entre otros lugares, de Bir Safadi, y enigmáticas pinturas murales en Teleilat Ghassul. A esto se añade el hecho de que las piezas en oro más antiguas descubiertas en Palestina datan de esta época.
Debemos mencionar, de forma especial, los numerosos objetos de pequeño tamaño con forma de violín hallados en muchos yacimientos, fabricados normalmente en piedra (granito o creta) con una longitud de entre 20 y 25 cm. Un ejemplo destacable de estos objetos es el que se encontró en Shiqmim, realizado en hueso. Esta figurilla tiene sólo 10 cm de altura y está decorada a base de varias líneas de perforaciones. En el rostro se resaltan los ojos y la nariz.
Otra característica de esta cultura calcolítica son los cementerios tradicionales situados fuera de las áreas de habitación. Algunos de éstos se encuentran en cuevas hechas por el hombre, muchas de ellas en la llanura costera. Los enterramientos secundarios, a menudo en osarios (recipientes cerámicos en forma de casa), se convierten en una práctica popular para los adultos. A los niños, sin embargo, se les enterraba con frecuencia bajo los suelos de las casas o en grandes píthoi.
Tras mil años de existencia, los calcolíticos desaparecen. Muchos yacimientos fueron abandonados y nunca volvieron a habitarse. No conocemos la razón de esta repentina marcha. Se han propuesto toda clase de hipótesis, desde cambios políticos y sociales hasta una catástrofe medioambiental o un trastorno de tipo económico.
De hecho no se sabe la causa exacta de su desaparición ni a dónde fueron a parar. Gonen, en su estudio, lo ha resumido bien:
“El
periodo Calcolítico resulta un misterio de principio a fin. Si no
está por venir ningún avance significativo en la apreciación de su
verdadera esencia, sólo nos quedará contemplar sus creaciones,
admirarlas, y preguntamos quiénes fueron sus creadores, cómo
vivían, de qué modo interpretaban el mundo que les rodeaba, y por
qué finalmente desaparecieron de la escena de la historia
humana”.
Continuará...
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