Según
Simpson, fundador de la teoría sintética, la radiación adaptativa
es el patrón principal de la macro-evolución. Es la diversificación
repentina de un grupo de organismos que comparten un antecesor común,
cuya aparición es generalmente muy próxima al momento de la
radiación. En muchos casos, este tipo de evolución está asociada
al éxito de un grupo que posee una nueva característica denominada
"característica clave", la cual posibilita la invasión de
un nuevo hábitat.
En
una de sus obras, G. G. Simpson, encontró necesario asegurar a sus
lectores que la evolución es cierta; más aún, que es
incuestionable, en This View of Life, lo repite varias veces.
Hace
algunos años, Ralph Gerard hizo esta significativa declaración, que
es particularmente apropiada en el presente contexto:
«Cuando
nos encontramos que mantenemos una opinión que la base en que se
fundamenta suscita una especie de sentimiento de que indagar acerca
la misma sería absurdo, evidentemente innecesario, improductivo,
malo o incluso perverso, podemos considerar que se trata de una
opinión no racional, y por ello probablemente fundada sobre
evidencias inadecuadas.»
Wilson
Wallis escribía con tono de decepción:
«Desde
los tiempos de Darwin, la idea evolucionista ha predominado las
ambiciones y ha determinado los hallazgos de los antropólogos
físicos, a veces para detrimento de la verdad.»
Y
no cabe duda alguna acerca de que el célebre fraude de Piltdown
nunca hubiera podido tener el gran éxito que tuvo excepto
por el hecho de que se proporcionó a los expertos precisamente lo
que algunos de ellos creían que necesitaban.
El
Hombre de Piltdown era precisamente lo que los académicos habían
reclamado. V. F. Calverton, en su introducción a The Making of Man,
escribió:
«La
simultaneidad misma con la que Darwin y Wallace dieron con la teoría
de la Selección Natural y la supervivencia de los más aptos es una
prueba manifiesta de la intensa actividad de esta idea en aquel
tiempo. Todas las fuerzas en el ambiente económico y social jugaron
su papel en el triunfo de esta doctrina.»
En
este mismo sentido se manifiesta A. K. Kroeber:
«Es
evidente que hubo una determinada concatenación histórica en el
pensamiento del mundo que posibilitó que el descubrimiento de Darwin
desencadenara unas consecuencias de tal magnitud.»
Como
protesta contra este consenso de aprobación de una teoría
que estaba sorprendentemente adaptada al Zeitgeist (como lo han
observado muchos historiadores, entre ellos algunos recientes),
varias mentes independientes emprendieron una reevaluación de la
evidencia.
El príncipe Kropotkin reexaminó la comunidad de vida salvaje para ver si realmente había una “lucha por la existencia” y si solo los más aptos prevalecían.
Descubrió
en la Naturaleza una dinámica muy diferente, y expuso sus
descubrimientos en su obra Mutual Aid. Hasta tiempos relativamente
recientes este libro estuvo inaccesible. Pero el clima de opinión
parece estar cambiando, y existe ahora una nueva demanda que ha
justificado su reimpresión.
De
manera similar, en 1.922 Leo Berg escribió su voluminosa y erudita
Nomogénesis como protesta contra el interés desmesurado por la
morfología con exclusión de la función. En la actualidad quizá
hubiera titulado su obra Convergencia, porque es de esto de lo que
trata. Esta obra también se ha vuelto a publicar, y, cosa
sorprendente, de mano del Instituto de Tecnología de Massachusetts.
Poco
después de que apareciera la primera edición, en 1.935 Sir Wilfrid
LeGros Clark estaba dispuesto a admitir:
«En
la evaluación de las afinidades genéticas, las diferencias
anatómicas son más importantes como evidencia negativa que las
semejanzas anatómicas lo son como evidencia positiva. Se hace
evidente que si esta tesis se lleva a su conclusión lógica, será
necesario demandar un ámbito mucho más amplio para los fenómenos
del paralelismo o de la convergencia en evolución de lo que los
evolucionistas han concedido en general. La realidad es que las
minuciosas y detalladas investigaciones que han realizado anatomistas
comparativos en años recientes han puesto de relieve que los
paralelismos en el desarrollo ha tenido lugar a gran escala y que ya
no deben considerarse como una curiosidad incidental que haya tenido
lugar de forma esporádica en el curso de la evolución. Lo cierto es
que apenas si es posible para los no anatomistas comparativos darse
cuenta de lo fundamental del papel que este fenómeno ha tenido en el
proceso evolutivo».
Continuará...
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