La
cruz filosófica extiende opuestamente sus brazos en las respectivas
direcciones horizontal y perpendicular; esto es, la anchura y altura
divididas por el divino geómetra en el punto de intersección.
Esta
cruz es a un tiempo mágico y científico cuaternario que el
ocultista toma por base cuando está inscrita en el cuadrado
perfecto. En su mística área se halla la clave de todas las
ciencias naturales como las metafísicas. Es símbolo de la
existencia humana porque los puntos de la cruz inscrita en el círculo
señalan el nacimiento, la vida, la muerte y la inmortalidad.
Todas
las cosas de este mundo son una trinidad complementada por el
cuaternario y todo elemento es divisible con arreglo a este
principio.
La
fisiología podría dividir al hombre ad infinitum, como las ciencias
físicas han subdividido los cuatro elementos primordiales en varios
otros, pero jamás podrá alterar ninguno de ellos.
El
nacimiento, la vida y la muerte serán siempre una trinidad no
completada hasta el término del ciclo. Aún cuando la ciencia
llegase a mudar en aniquilación la ansiada inmortalidad, subsistiría
el cuaternario, porque Dios geometriza. Y algún día podrá la
alquimia hablar de su sal, mercurio, azufre y azoth, así como de sus
símbolos y caracteres, y decir con un químico moderno que “las
fórmulas no son juego de la fantasía, pues en ellas está
poderosamente justificada la posición de cada letra” (Isis sin
velo II, 279-280).
Mucho
tiempo antes de que los cristianos adoptaran la cruz por símbolo, la
empleaban neófitos y adeptos como secreto signo de reconocimiento.
A
este propósito dice Eliphas Levi: El signo de la cruz adoptada por
los cristianos no es privativo de esta religión, pues ya con
anterioridad era cabalístico y simbolizaba el cuaternario equilibrio
de opuestos elementos.
Por
el versículo esotérico del Pater, vemos que primitivamente hubo dos
maneras de hacer el signo de la cruz, o por lo menos dos fórmulas
muy distintas de significación: una exclusiva de sacerdotes e
iniciados; otra común a neófitos y profanos.
El
iniciado hacía la señal de la cruz con la mano derecha extendida
desde la frente al pecho y desde el hombro izquierdo al derecho,
diciendo: A ti pertenece el reino de justicia y misericordia.
Después, con las manos juntas, añadía: En los ciclos generadores:
“Tbi Sunt Malchut et Geburah et Chassed per aeonas.”
Tal
era el signo de la cruz, absoluta y hermosamente cabalístico, que la
Iglesia oficial la perdió por completo al profanar el gnosticismo.
(Isis III, 110).
La
forma Z de Kundalini indica un sendero curvo dividido en tres partes.
Una parte va desde Escorpio a Leo. Otra de Tauro a Acuario. La
tercera, une a Leo y Acuario. Estos cuatro signos forman la cruz
fija, que representa media swástica.
La
swástica representa aquel que auto-restituye el ser. Solo se puede
restituir el ser cuando se ha auto-realizado. La swástika también
representa a aquel que otorga la bienaventuranza de la
auto-restitución. La media swástika o cruz fija, nos informa que
solo se ha conseguido un 50% de la auto-restitución. El otro 50%
debe ser logrado a través del sendero del yoga (la unión).
La
astrología nos habla de tres cruces, que se forman a partir de los
12 signos solares. Una es la cruz mutable, en la cual el hombre no
llega ni a media swástika. La segunda es la cruz fija, en la cual el
hombre es media swástika. La tercera, la cruz cardinal, en la que el
hombre es una swástika completa o un hombre perfecto.
Las
tres cruces nos hablan respectivamente del hombre mundano, el
discípulo y el Maestro.
(K.
Parvathi Kumar, Meditaciones Ocultistas, 176).
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