Adam–Adami,
son nombres usados por el Dr. Chwolsohn en su Nabathean
Agriculture, y menospreciados por M. Renan, prueban poca cosa
para el profano. Para el Ocultista, sin embargo, desde el momento en
que este término se encuentra en una obra de tanta antigüedad,
prueba mucho.
Prueba,
por ejemplo, que Adami era un símbolo múltiple, que tuvo su origen
en el pueblo Ario, como lo demuestra la palabra raíz, y que fue
tomado de por los semitas y los turanios, como muchas otras cosas.
Adam–Adami
es un nombre genérico compuesto, tan viejo como el lenguaje. La
Doctrina Secreta enseña que Ad–i fue el nombre dado por los arios
a la primera raza parlante
de la humanidad en esta Ronda. De aquí los términos Adonim y
Adonai (la forma antigua del plural de la palabra Adon), que los
judíos aplicaron a su Jehovah y Ángeles, que eran simplemente los
primeros hijos etéreos y espirituales de la Tierra; y el Dios
Adonis, que en sus muchas variantes, representaba al Primer Señor.
Adán
es el Âdi–Nâth sánscrito, que significa también el Primer
Señor, como Âd–Îshvara, o cualquier Ad (el Primero), como
prefijo de un adjetivo o sustantivo. La razón de esto, es que
semejantes verdades eran herencia común. Eran una revelación
recibida por la primera
humanidad antes de aquel tiempo que, en la fraseología bíblica,
se llama “el período de una boca
y de una palabra” o lenguaje; conocimiento que se desarrolló
más adelante por la propia intuición del hombre, y más tarde aún
se ocultó de la profanación bajo una simbología adecuada.
El
autor de la Qabbalah, con arreglo a los escritos filosóficos
de Ibn Gebirol, muestra a los israelitas usando a Ad–onai (A Do Na
Y), “Señor”, en lugar de Eh'yeh, “Yo soy”, y YHVH; y
añade, que mientras Adonai está interpretado “Señor”,
en la Biblia, la
designación más inferior, o la Deidad en la Naturaleza, el término
más general de Elohim, está traducido Dios.
La
obra traducida en 1860 por el orientalista Chwolsohn, y
presentada a la siempre incrédula y petulante Europa bajo el
inocente título de Nabathean Agriculture es una
iniciación completa en los misterios de las naciones
pre adámicas, bajo la autoridad de documentos
innegablemente auténticos. Es un compendio
inapreciable, epítome completo de las doctrinas, artes y ciencias,
no sólo de los caldeos, sino también de los asirios y cananeos de
las edades prehistóricas.
Los
nabateos, como algunos críticos creyeron, eran sencillamente los
sabeos o caldeos adoradores de las estrellas. La obra es una segunda
traducción del árabe, a cuya lengua fue primeramente traducida del
caldeo.
Masoudi,
el historiador árabe, habla de estos nabateos, y explica su origen
de este modo: Después del Diluvio, las naciones se
establecieron en varios países. Entre ellas estaban los Nabateos,
que fundaron la ciudad de Babilonia, y eran aquellos descendientes de
Cam que se establecieron en la misma provincia bajo la jefatura de
Nimrod el hijo de Cush, hijo de Cam y nieto de Noé. Esto acaeció en
el tiempo en que Nimrod recibió el gobierno de Babilonia como
delegado de Dzahhak llamado Biourasp.
El
traductor Chwolsohn nota que los asertos de este historiador están
de perfecto acuerdo con los de Moisés en el Génesis;
mientras que críticos mas irreverentes pudieran expresar la
opinión de que, por esta misma razón, era sospechosa su veracidad.
El
problema tan debatido largo tiempo enterrado y la dificultad de
explicar con algún fundamento lógico el fenómeno de la derivación
de millones de gentes de varias razas, de muchas naciones civilizadas
y tribus, de tres parejas
-los hijos de Noé y sus esposas- en 346 años después del Diluvio,
puede dejarse al Karma del autor del Génesis, ya se llame
Moisés o Ezra. Lo que es de interés en la obra en cuestión es su
contenido, las doctrinas en ella enunciadas, que son también casi
todas, si se leen esotéricamente, idénticas a las Enseñanzas
Secretas.
Quatremère
indicó que este libro podía ser sencillamente una copia hecha en
tiempo de Nabucodonosor II, de algunos tratados Camíticos
“infinitamente más antiguos” mientras que el autor
sostiene, con pruebas externas e internas, que el original caldeo fue
escrito tomado de los discursos y enseñanzas orales de un rico
propietario de Babilonia
llamado Qû–tâmy, que había usado para estas conferencias
materiales aún más antiguos.
La
primera traducción árabe, la remonta Chwolsohn al siglo XIII antes
de Cristo. En la primera página de esta “revelación” el
autor, o amanuense Qû–tâmy declara que “las doctrinas que
allí se exponen, fueron dichas originalmente por Saturno…
a la Luna, la cual las comunicó a su ídolo” y
el ídolo las reveló a su
adorador, el escritor Qû–tâmy, el Adepto que escribió
aquella obra.
Continuará...
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