Expansión cristiana desde 200 a 600 d.C.
El
testimonio más antiguo de la existencia de cristianos en la
Península Ibérica procede de Tertuliano y data hacia el año 200;
en él este escritor africano afirma que el cristianismo se encuentra
ya extendido por todos los límites del mundo conocido.
El
testimonio de San Ireneo de Lyon fechado hacia el año 180, quizás
se refiera al cristianismo entre los íberos del Ponto y no entre los
íberos hispanos, ya que J. Colin propuso la tesis que Eusebio (HE 5,
1) hizo de Ireneo un obispo de Lyon en la Galia, colocando en esta
ciudad, en el año 177, el martirio de los mártires Potino, Santo,
Attalo y Blandino. El escritor eclesiástico había confundido la
Galia de Occidente con la Galia de Asia Menor. Lyon, llamada Colonia
Claudia, con Neoclaudiopolis, y Vienne, Colonia Augusta, con
Heracleopolis-Sebastopolis.
San
Ireneo sería obispo de Neoclaudiopolis, en el Ponto de Galatia; la
problemática de sus escritos quedaría mejor explicada así, y la
persecución se debería a un conocido perseguidor del cristianismo:
Arrius Antoninus.
M.
Díaz Díaz se inclina a aceptar la probabilidad de que el fundamento
de la apelación de estas comunidades hispanas a Cartago, o más bien
al "conjunto de iglesias africanas, cuyo principal exponente es
a la sazón Cartago, sea el que estas iglesias hayan jugado un papel
definitivo en la expansión del cristianismo hispánico". Cree
que las iglesias hispanas acuden a África porque proceden de allí;
en cambio, para nosotros, los obispos libeláticos se dirigen a Roma,
no porque esta sede tenga ninguna autoridad sobre ellos, pues en la
primitiva iglesia todas las iglesias son independientes, sino porque
Roma tradicionalmente era de una mayor tolerancia, como lo indican
las acusaciones de San Hipólito contra el Papa San Calixto (217-22),
a quien le echa en cara el perdonar los pecados de la carne, el
admitir obispos, sacerdotes y diáconos casados dos o tres veces, el
permitir el matrimonio de los sacerdotes y el tolerar el aborto.
Tertuliano,
en su tratado “De poenitencia”, ataca violentamente las
disposiciones de San Calixto de conceder la penitencia a todas las
faltas sin excepción. Es muy importante recordar que en el año 251
el Papa Cornelio reúne en Roma un concilio que condena a Novaciano,
quien había expuesto su posición precisamente sobre los “lapsi”,
considerando que no se debía conceder ninguna reconciliación.
Las
zonas donde se documentan comunidades cristianas en el año 254,
Astorga-León, Mérida y Zaragoza, son precisamente las relacionadas
con la legión: León-Astorga, donde acampaba la legión; Mérida, la
capital de Lusitania en íntima relación con las dos ciudades
citadas, unidas por la "Calzada de la Plata", y Zaragoza,
punto importante del “limes” contra los vascones.
Entre
los primeros mártires hispanos abunda el elemento militar. Recordar
a San Marcelo, centurión de la Legio VII Gemina, natural de Tánger,
y Emeterio y Celedonio, soldados de la Legio VII en Calahorra, ciudad
por donde debía pasar el limes contra vascones y que explica la
presencia de estos soldados en la ciudad. Varios militares se
mencionan en las Actas de San Fructuoso.
Continuará...
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