Baal de Peor (Baalpeor o Beelfeghor), era el amo del Monte Fogor o Peor, una montaña de Moab. El baal es “el poseedor”, el que mantiene la dominación real; así Baal de Peor era la divinidad moabita que gobernaba sobre Fogor.
Algunos
lo identifican con Kemós (Chemosh), el dios nacional de Moab, aunque
muchas localidades tenían sus deidades locales. Por lo general al
baal se le atribuía la fertilidad de la tierra y el aumento en los
rebaños; se le rendía culto con ofrendas de los productos que daba
y a menudo con prácticas de impudicia hechos en su honor en su
santuario. Una de las grandes tareas de los profetas de Israel era
erradicar este culto inmoral del suelo de Palestina.
Israel
entró en contacto con el Baal de Peor en Sittim, en las planicies de
Moab, su última parada antes de entrar a la tierra de Canaán. Aquí
muchos israelitas, como secuela a su inmoral relación con las
mujeres de Moab, tomaron parte en los banquetes sacrificiales en
honor del Baal de Peor por cuyo pecado fueron castigados con la
muerte (Núm. 25). Comúnmente se afirma, en vista de los hechos en
Sittim y de la naturaleza general del culto a baal, que los ritos
inmorales eran parte del culto a este dios; mientras que el texto no
lo afirma, el gran número de personas envueltas y el hecho de que
“el asunto de Fogor” se atribuye a la instigación de su vidente
Balaam, parece indicar que el hecho tenía relación con el culto a
Baal de Peor (31,16). El terrible castigo infligido a Israel por el
pecado de Sittim se menciona varias veces en la Biblia, y San Pablo
(1 Cor. 10,8) lo usa para dar una enseñanza.
Se
cree que la supervivencia del culto hasta mediados del siglo II es
atestiguada por una inscripción dedicada por algunos soldados de
Arabia a Júpiter Beelfaro, a quien se identifica con Baal de Peor.
La
historia del vidente Balaam aparece en el Antiguo Testamento, en
Números 22-24 y 31,8-16; Deut. 23,6; Josué 13,22 y 24,9-10. También
en Nehemías 13,2; Miqueas 6,5; 2 Pedro 2,15; Judas 11 y Apocalipsis
2,14.
La
procedencia de este nombre es incierta, el Dr. Neubauer lo relacionó
con el dios Ammo o Ammi, como si Balaam perteneciera a un pueblo cuyo
dios o señor fuera Ammo o Ammi. Se dice que Balaam vino de la tierra
de los hijos de Ammav o quizás Ammon (Núm. 22,5).
Al
territorio que antiguamente habitaban los moabitas se le llamaba
“Moab” (Gé 36:35; Num. 21:20; Rut 1:2; 1Cr 1:46; 8:8; Sl 60:8.)
Anteriormente habían residido en esa tierra los emim, pero es
posible que los moabitas los expulsaran.
En
un tiempo anterior la tierra de Moab se extendía hacia el norte del
Arnón y abarcaba las llanuras desérticas de Moab, al otro lado del
Jordán desde Jericó (Núm. 22:1.). Pero antes de la llegada de los
israelitas, el rey amorreo Sehón se anexionó esta región, de modo
que el Arnón se convirtió en el límite septentrional de Moab (Núm.
21:26-30; Jue 11:15-18.).
Sehón
derrotó también a los ammonitas y los hizo retroceder hacia el
norte y el este. El territorio que los amorreos conquistaron a estos
dos pueblos formó una división entre Moab y Ammon, e hizo que Moab
limitase al norte con el territorio amorreo y al sur con el edomita
(Jue. 11:13,21,22). Parte del territorio amorreo
había pertenecido anteriormente a Moab, por lo que quizás se le
continuó llamando “la tierra de Moab” (Dt 1:5). En esta tierra
acampó Israel antes de cruzar el Jordán (Núm. 31:12; 33:48-51).
Balaq,
el rey de Moab, alarmado por las victorias de Israel sobre los
amorreos, envió mensajeros con regalos a Balaam, hijo de Beor, quien
vivía en Petor del Río (el Pitru de los textos cuneiformes), para
inducirlo a ir a maldecir a Israel. Aunque Balac no pretendía
reclamar el territorio moabita que los israelitas habían conquistado
a los amorreos, temía por su reino. Por eso consultó a los ancianos
de Madián y luego envió mensajeros, ancianos de Moab y de Madián,
para contratar a Balaam.
En
esos tiempos antiguos, los hombres le daban gran importancia a la
maldición, como por ejemplo la del padre a su hijo, y Balaam tenía
una fama especial en ese aspecto.
Balaq
le mandó a decir con sus mensajeros: “Sé que el que tú bendices
queda bendito y el que maldices, maldito”. Cuando los emisarios
hubieron dado su mensaje, Balaam consultó al Señor sobre si debía
ir o no, y al negársele el permiso, dio la respuesta negativa a los
embajadores. Osadamente Balaq envió otra embajada, compuesta de
hombres más ilustres, príncipes, con instrucciones de ofrecer a
Balaam lo que él quisiera, con tal que maldijera a Israel. De nuevo
Balaam consultó al Señor y obtuvo permiso para ir, con la condición
que haría lo que Dios le mandara.
Al
día siguiente Balaam ensilló su burra y salió con los principales
de Moab. En el camino la burra dio muchas muestras de alarma; se
apartó bruscamente del camino, le aplastó el pie a Balaam contra
una pared y finalmente se echó al suelo bajo Balaam, de modo que
éste la golpeó cruelmente e incluso la amenazó con matarla.
Entonces Dios le concedió a la burra el don de hablar, y le reprochó
su crueldad hacia ella. Al mismo tiempo los ojos de Balaam se
abrieron y vio la causa de la extraña conducta de su burra, es
decir, el ángel del Señor parado en el camino con la espada
desenvainada bloqueándole el camino. El Ángel regañó a Balaam por
su cruel conducta y le dijo que fue la acción de la burra lo que
había salvado su vida. Finalmente, le permitió a Balaam continuar
su viaje, pero sólo con la condición de que hablara sólo lo que él
le mandara.
Balaq
salió al encuentro de Balaam en las fronteras del Arnón, y fueron
juntos a Quiryat Jusot, donde se ofrecieron los debidos sacrificios.
Al otro día Balaq llevó a Balaam a Bamot Baal, desde donde se podía
ver las inmediaciones del campamento de Israel. Sacrificaron siete
novillos y siete carneros y Balaam se fue aparte a consultar al
Señor, el profeta regresó donde Balaq y se negó a maldecir a
Israel. Por el contrario los elogió diciendo: “¿Quién contará
el polvo de Jacob, quien numerará la polvareda de Israel?. Muera mi
alma con la muerte de los justos, sea mi paradero como el suyo.”
Entonces
Balaq llevó a Balaam a la cumbre del Monte Pisgá para ver si desde
allí podría maldecir a Israel. Pero después de los mismos ritos y
formalismos, Balaam de nuevo pronunció una bendición más enfática
que la anterior: “He aquí que me ha tocado bendecir, bendeciré y
no me retractaré.”
“Ya
que no le maldices por lo menos no le bendigas”, exclamó Balaq.
Pero resolvió probar al profeta una vez más y lo llevó a la cima
del Monte Peor que mira hacia el desierto. Allí se ofrecieron
sacrificios de nuevo, pero sin más formalidad, Balaam, bajo la
influencia del espíritu de Dios prorrumpió en el hermoso panegírico
a Israel que comienza con las palabras: “Qué hermosas son tus
tiendas, Jacob, y tus moradas, oh Israel...”.
Finalmente
Balaq despidió a Balaam, pero antes de partir el profeta emitió su
cuarto pronunciamiento sobre el glorioso futuro de Israel y el
destino de sus enemigos. Su visión, también, penetrando más allá
del Reino de Israel terrenal, parece haber divisado el reino
mesiánico por venir: “Lo veo, aunque no para ahora, lo diviso,
pero no de cerca, de Jacob avanza una estrella, un cetro surge de
Israel.”
Antes
de regresar a su país, Balaam residió un tiempo con los madianitas.
Allí parece que él instigó a sus hospederos a enviar mujeres
madianitas y boabitas entre los israelitas para seducirlos y
apartarlos de su alianza con Yahveh (Núm. 31,16). Esto fue mientras
el pueblo de Israel acampaba en Sittim, y no hay duda que está
estrechamente relacionado con los problemas y desórdenes sobre Baal
de Peor, mencionado en Números 25. El castigo infligido por Dios a
los Israelitas fue notable, una plaga que mató a 24.000 (25,9) y ni
siquiera Balaam escapó, él fue asesinado, junto con los cinco reyes
de Madián, en la guerra que sostuvo Israel contra esa nación (Núm.
31).
La
referencia a eventos históricos en la cuarta profecía de Balaam
lleva a muchos críticos a fijar la fecha de su composición no antes
del reinado de David. Se dice que la guerra de Números 24, 17 es la
guerra de David contra los moabitas. Pero, dejando a un lado el don
de profecía, sabemos que escritos de esta clase, como los Salmos, a
menudo son retocados en épocas posteriores a la de su composición.
Parece legítimo concluir que este pasaje muestra signos de haber
sido expandido y reeditado en este período.
Como
descendientes de Lot (sobrino de Abraham) (Génesis 19:30-38.), los
moabitas estaban emparentados con los israelitas. Sus idiomas eran
muy similares, como puede comprobarse en las inscripciones de la
Piedra Moabita, y parece que los moabitas practicaban la circuncisión
igual que los israelitas (Jer. 9:25, 26). Sin embargo, salvo pocas
excepciones, como los casos de Rut e Itmá, uno de los hombres
poderosos del rey David, los moabitas fueron enemigos acérrimos de
Israel.
Fuente:
Howlett, James. "Balaam." The Catholic Encyclopedia. Vol.
2. New York: Robert Appleton Company, 1907.
http://www.newadvent.org/cathen/02214b.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario