Fosfenos y Pictogramas
En
el contexto de los estudios del arte rupestre indígena, surge la
tesis que precisamente sugiere encontrar la procedencia y elección
de patrones simbólicos dentro de esos estados de máxima
espiritualidad inducida y de estados de absoluta inconsciencia.
A
partir de las observaciones realizadas a los indios Tukanos del
territorio Vaupés, al noroeste del Amazonas, y teniendo en cuenta la
confirmación de que "el arte y las religiones chamánicas se
relacionan estrechamente con el uso de drogas alucinógenas",
Reichel Dolmatoff establece las correspondencias que descubre entre
la ingestión de yajé (planta narcótica y alucinógena) y las
pinturas que realizan estos hombres.
Según
Dolmatoff, las alucinaciones visuales inducidas por las drogas
indígenas consisten, fundamentalmente, en imágenes luminosas
geométricas.
Estos
elementos luminosos geométricos tiene una base neurofisiológica y
técnicamente se designan por los fisiólogos como “fosfenos”.
Consisten en sensaciones luminosas que aparecen en el campo de
visión, independientemente de una luz externa, es decir, son
producto de la autoiluminación del campo visual y se producen en el
cerebro. Sensaciones luminosas que, al parecer, funcionan como bancos
de datos visuales a los cuales el aborigen le hace corresponder una
intención simbólica.
Esta
tesis se incorpora a los intentos por comprender las expresiones
rupestres dejadas por los indios en las Antillas, de las cuales no se
tiene información etnográfica alguna.
En
su opúsculo “Los signos en el arte taíno” (1989), Manuel A.
García Arévalo, historiando los aportes más relevantes con
respecto a los estudios realizados sobre las esquemáticas
estilizaciones y los conjuntos de signos de apariencia abstracta
hallados en las Antillas, traía a colación algunos argumentos
expuestos por Alcina Franch en su trabajo “Religiosidad,
alucinógenos y patrones artísticos Taínos” (1982).
Según
Alcina, tales visiones inducidas "no son momentáneas, sino que
persisten durante un cierto tiempo (meses quizás), de modo que la
periódica celebración de ceremonias en que se ingiere algunas de
estas drogas haría que tales fosfenos quedasen incorporados
permanentemente en los individuos. De ahí que la visión de la
realidad por parte de los individuos habituados a la ingestión de
estas drogas, incorpore inevitablemente los fosfenos a la visión
real haciendo, por consiguiente, de esa realidad un mundo
fantasmagórico que fácilmente es interpretado mediante mitos.
En
Punta del Este (Cuba), la etnografía y la arqueología no han podido
verificar la ingestión de drogas por parte de sus antiguos
moradores. Sin embargo, dos elementos básicos hacen posible la
certeza del uso de esta costumbre.
Dice
Las Casas: la coca (Erythroxylon coca) era usada por los indios de
Cuba en sus ceremonias y que sacerdotes españoles, que habían
estado en Perú y la vieron en Cuba, la identificaron como la misma
coca tan preciada en las provincias de Perú. También narra Las
Casas, con desconcierto, cómo en la isla de Cuba, era extraño el
ayuno que algunos hacían, principalmente los behiques, sacerdotes o
hechiceros, y ayunaban cuatro meses, y más, continuos sin comer cosa
alguna, sino cierto zumo de hierbas ó yerbas, que bastaba para
sustentarlos que no muriesen (…). Macerados, pues, y atormentados
de aquel cruel y aspérrimo y prolijo ayuno, que no les faltaba sino
expirar, decíase que entonces estaban dispuestos y dignos que les
apareciese y de ver la cara del Cemí.
Asimismo,
el consumo del tabaco (Nicotiana tabacus) en Cuba, y la existencia de
toda una parafernalia vinculada a las prácticas chamánicas
alucinatorias de la cohoba (Piptadenia peregrina), está más que
reportado por los primeros cronistas y por la ciencia arqueológica.
La
ingestión de plantas alucinógenas en las actividades rituales y de
ceremonias, parece ser una costumbre generalizada a todas las
culturas indoamericanas. Los datos de los cronistas y de los
arqueólogos y etnólogos, lo han venido demostrando.
De
modo que bien pudiéramos inferir rituales chamánicos en Punta del
Este, estrechamente vinculados al uso de plantas alucinógenas.
Si
observamos la tabla (imagen arriba) que ilustra los diez fosfenos
que se comparan con los diseños simbólicos tucano y taíno,
empleados por Alcina Franch en su estudio y reproducida por Arévalo
en su trabajo, y también vemos los fosfenos universales que
despejara el físico alemán Max Knoll (Dolmatoff 1985), nos
percatamos de la mímesis representativa, es decir, de la exacta
analogía entre muchísimos de estos fosfenos con todas las
representaciones ideográficas del arte rupestre de Punta del Este.
En
A se muestran los pictogramas que pudieran reproducir, con fidelidad,
las visiones inducidas por la ingestión de alucinógenos. En B se
ilustran diseños más complejos que parecen recrear sus estructuras
a partir de dichos fosfenos.
Estas
relaciones visuales, y una comparación de base etnográfica, incitan
a retomar ciertas líneas especulativas con respecto a la aparición,
sustitución y probable significación de estos patrones simbólicos
hallados en Punta del Este.
Cuando
asistimos a la descripción de esas alucinaciones visuales inducidas,
parece como si se estuviera describiendo todo el horizonte visual
pictográfico que encierra en sus paredes la Cueva nº 1 de Punta del
Este:
"la
persona percibe un gran número de pequeños elementos brillantes, de
forma geométrica, tales como estrellas, puntos o líneas que
aparecen súbitamente sobre un fondo oscuro, moviéndose como en un
caleidoscopio. Son formas a veces parecidas a espirales, a flores o
plumas, a cristales, todo con una marcada simetría bilateral. Hay
motivos de enrejados, de círculos concéntricos o de hileras de
puntos luminosos". Quien haya visitado esta cueva notará la
similitud entre los conjuntos rupestres y estas alucinaciones
descritas.
Continuará...
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