11/8/19

LOS FOSFENOS (III)

Fosfenos y Pictogramas


En el contexto de los estudios del arte rupestre indígena, surge la tesis que precisamente sugiere encontrar la procedencia y elección de patrones simbólicos dentro de esos estados de máxima espiritualidad inducida y de estados de absoluta inconsciencia.

A partir de las observaciones realizadas a los indios Tukanos del territorio Vaupés, al noroeste del Amazonas, y teniendo en cuenta la confirmación de que "el arte y las religiones chamánicas se relacionan estrechamente con el uso de drogas alucinógenas", Reichel Dolmatoff establece las correspondencias que descubre entre la ingestión de yajé (planta narcótica y alucinógena) y las pinturas que realizan estos hombres.

Según Dolmatoff, las alucinaciones visuales inducidas por las drogas indígenas consisten, fundamentalmente, en imágenes luminosas geométricas.
Estos elementos luminosos geométricos tiene una base neurofisiológica y técnicamente se designan por los fisiólogos como “fosfenos”. Consisten en sensaciones luminosas que aparecen en el campo de visión, independientemente de una luz externa, es decir, son producto de la autoiluminación del campo visual y se producen en el cerebro. Sensaciones luminosas que, al parecer, funcionan como bancos de datos visuales a los cuales el aborigen le hace corresponder una intención simbólica.
Esta tesis se incorpora a los intentos por comprender las expresiones rupestres dejadas por los indios en las Antillas, de las cuales no se tiene información etnográfica alguna.
En su opúsculo “Los signos en el arte taíno” (1989), Manuel A. García Arévalo, historiando los aportes más relevantes con respecto a los estudios realizados sobre las esquemáticas estilizaciones y los conjuntos de signos de apariencia abstracta hallados en las Antillas, traía a colación algunos argumentos expuestos por Alcina Franch en su trabajo “Religiosidad, alucinógenos y patrones artísticos Taínos” (1982).
Según Alcina, tales visiones inducidas "no son momentáneas, sino que persisten durante un cierto tiempo (meses quizás), de modo que la periódica celebración de ceremonias en que se ingiere algunas de estas drogas haría que tales fosfenos quedasen incorporados permanentemente en los individuos. De ahí que la visión de la realidad por parte de los individuos habituados a la ingestión de estas drogas, incorpore inevitablemente los fosfenos a la visión real haciendo, por consiguiente, de esa realidad un mundo fantasmagórico que fácilmente es interpretado mediante mitos.

En Punta del Este (Cuba), la etnografía y la arqueología no han podido verificar la ingestión de drogas por parte de sus antiguos moradores. Sin embargo, dos elementos básicos hacen posible la certeza del uso de esta costumbre.
Dice Las Casas: la coca (Erythroxylon coca) era usada por los indios de Cuba en sus ceremonias y que sacerdotes españoles, que habían estado en Perú y la vieron en Cuba, la identificaron como la misma coca tan preciada en las provincias de Perú. También narra Las Casas, con desconcierto, cómo en la isla de Cuba, era extraño el ayuno que algunos hacían, principalmente los behiques, sacerdotes o hechiceros, y ayunaban cuatro meses, y más, continuos sin comer cosa alguna, sino cierto zumo de hierbas ó yerbas, que bastaba para sustentarlos que no muriesen (…). Macerados, pues, y atormentados de aquel cruel y aspérrimo y prolijo ayuno, que no les faltaba sino expirar, decíase que entonces estaban dispuestos y dignos que les apareciese y de ver la cara del Cemí.
Asimismo, el consumo del tabaco (Nicotiana tabacus) en Cuba, y la existencia de toda una parafernalia vinculada a las prácticas chamánicas alucinatorias de la cohoba (Piptadenia peregrina), está más que reportado por los primeros cronistas y por la ciencia arqueológica.

La ingestión de plantas alucinógenas en las actividades rituales y de ceremonias, parece ser una costumbre generalizada a todas las culturas indoamericanas. Los datos de los cronistas y de los arqueólogos y etnólogos, lo han venido demostrando.
De modo que bien pudiéramos inferir rituales chamánicos en Punta del Este, estrechamente vinculados al uso de plantas alucinógenas.

Si observamos la tabla (imagen arriba) que ilustra los diez fosfenos que se comparan con los diseños simbólicos tucano y taíno, empleados por Alcina Franch en su estudio y reproducida por Arévalo en su trabajo, y también vemos los fosfenos universales que despejara el físico alemán Max Knoll (Dolmatoff 1985), nos percatamos de la mímesis representativa, es decir, de la exacta analogía entre muchísimos de estos fosfenos con todas las representaciones ideográficas del arte rupestre de Punta del Este.
En A se muestran los pictogramas que pudieran reproducir, con fidelidad, las visiones inducidas por la ingestión de alucinógenos. En B se ilustran diseños más complejos que parecen recrear sus estructuras a partir de dichos fosfenos.
Estas relaciones visuales, y una comparación de base etnográfica, incitan a retomar ciertas líneas especulativas con respecto a la aparición, sustitución y probable significación de estos patrones simbólicos hallados en Punta del Este.

Cuando asistimos a la descripción de esas alucinaciones visuales inducidas, parece como si se estuviera describiendo todo el horizonte visual pictográfico que encierra en sus paredes la Cueva nº 1 de Punta del Este:
"la persona percibe un gran número de pequeños elementos brillantes, de forma geométrica, tales como estrellas, puntos o líneas que aparecen súbitamente sobre un fondo oscuro, moviéndose como en un caleidoscopio. Son formas a veces parecidas a espirales, a flores o plumas, a cristales, todo con una marcada simetría bilateral. Hay motivos de enrejados, de círculos concéntricos o de hileras de puntos luminosos". Quien haya visitado esta cueva notará la similitud entre los conjuntos rupestres y estas alucinaciones descritas.
Continuará...

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