Los
virus salieron a la luz sorprendentemente tarde en la historia de la
medicina. Antes de eso, había muchas teorías sobre la causa
principal de las enfermedades infecciosas. Una de las más populares
se centraba en una neblina nociva llamada "miasma".
La
teoría de miasma afirmaba que las enfermedades venían de aire
tóxico, que tenía partículas de materia en descomposición
suspendidas, las cuales creaban un vapor viciado y ese vapor causaba
la dolencia.
Esa
teoría emergió en el Medioevo, por eso vemos imágenes de doctores
que atendían a víctimas de la peste negra con máscaras usualmente
hechas de cuero. Su apariencia era aterradora, las máscaras tenían
un largo pico que estaba lleno de popurrí o sales aromáticas para
que los malos olores no pudieran penetrar e infectar a los que las
llevaban puestas.
Y
si le temían a los malos olores, por razones científicas, tenían
mucho a qué temerle en el pasado, los sistemas de saneamiento no
eran ideales, así que había mucho que apestaba. Con las suciedad,
viene la enfermedad. Y en ese momento era fácil vincularlas
directamente con el olor.
De
hecho, hay un mal que lleva en su nombre trazos de la teoría de
miasma: el Paludismo, también conocido como Malaria que significa
"mal aire".
Uno
de los investigadores pioneros en el siglo XIX fue el químico Louis
Pasteur, que siendo francés estaba muy interesado en el vino.
Durante sus experimentos, Pasteur demostró que el vino y otras
bebidas se estropeaban si se hervían sin ponerles una tapa, pero se
mantenían frescas si permanecían tapadas. Acusó de agriar la leche
y el vino a pequeños gérmenes que flotaban en el aire y patentó su
propio "Método de pasteurización" para combatir las
enfermedades del vino en 1.865.
Luego
se descubrió que los gérmenes también podían ser responsables de
las enfermedades humanas. Los primeros gérmenes en ser identificados
fueron bacterianos, las epidemias de fiebre tifoidea, cólera y
antrax fueron rastreados a microorganismos específicos.
No
obstante, tomó mucho más tiempo descubrir virus, pues representaban
un desafío más grande por ser tan diminutos. Era muy difícil para
los científicos aislarlos en el laboratorio, pero a partir de las
décadas de 1.880 y 1.890, empezaron a identificarlos, más que todo
valiéndose de la filtración, una vez filtraban las bacterias se
daban cuenta de que todavía había algo presente que no era
bacteriano.
El
gran paso adelante se dio en el siglo XX, cuando se desarrollaron
microscopios más poderosos, electrónicos, con los que se podían
ver organismos más y más pequeños.
Realmente,
el fin del siglo pasado es considerado como la era dorada de la
virología, pues se pudo empezar a aislar virus como el de Hepatitis
B.
Cuando
virólogos los ven con los microscopios, ¿qué ven exactamente?
Depende
del tipo de virus. El rinovirus, por ejemplo, tiene una estructura
muy definida, se parecen a las pelotas de fútbol de antes, las de
cuero.
A
menudo puedes ver que tienen como espinas, y esas espinas le sirven a
tu sistema inmunológico para luchar contra ellos: los reconoce y
produce anticuerpos que se aferren a ellos y los maten.
Pero
a su vez, los virus usan esas espinas para meterse en tus células:
son como llaves, y cada virus tiene su llave particular que abre la
cerradura de una célula para infectarnos.
Y...
¿qué son?
Son
literalmente una pequeña bomba de proteína diseñada para
introducir el genoma del virus en la célula que tratan de infectar.
Una vez ese genoma está adentro, a menudo se valen de la maquinaria
de tus células para replicarse o meten sus propias proteínas
especiales, sus propias enzimas, y empiezan a multiplicarse por sí
solos.
"Lo
interesante de la gripe es que muchos de los síntomas son provocados
por la reacción desmesurada de nuestro cuerpo a la infección”.
Si
estás afiebrado y dolorido, parte del problema es el daño que tu
sistema inmunitario te está haciendo con su brusca repuesta”.
Cuando estás infectado, tu organismo está bajo mucha presión y
produce una especie de balas químicas descontroladas que viajan por
el cuerpo afectando partes sanas. Así que la idea es que los
medicamentos limiten el daño para que no te sientas tan mal.
No
obstante, algunas reacciones pueden ser útiles, como la fiebre, pues
un aumento de temperatura mesurado contribuye a eliminar el virus.
"El
reflejo de estornudo es uno de los más claves que tenemos en el
cuerpo", dice el rinólogo Carl Philpott al explicar que
estornudar es un reflejo muy útil cuando se trata de expulsar
intrusos problemáticos. Pimienta, polen, caspa animal, partículas
de ácaros de polvo pueden ser disparadores de estornudos, con los
que expulsamos esa materia alienígena y no dejamos que se introduzca
en nuestro cuerpo. Es esencialmente un mecanismo de defensa que se
activa cuando algo irrita la parte frontal de la nariz.
Cuando
se trata del resfriado, los virus se han apropiado de este mecanismo
de defensa natural para usarlo para sus propios fines. El virus
infecta las células de la nariz, inflama los tejidos, irrita el
revestimiento y provoca un estornudo.
"El
virus es muy astuto en el sentido de que produce el efecto irritante
para que estornudes y expulses partículas que contienen más del
virus y así infectar a otras personas".
Los
virus del resfriado han evolucionado para hacerte estornudar y así
poder propagarse.
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201
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