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San
Jorge fue canonizado en el siglo V y su popularidad creció
rápidamente en Oriente, desde donde se expandió por Europa
occidental, junto con numerosas leyendas e historias apócrifas sobre
su vida, para acabar convirtiéndose en uno de los santos más
venerados de la Edad Media.
Del
siglo IX proviene la leyenda que narra cómo en la antigua ciudad
Libia de Silca los ciudadanos vivían atemorizados por un dragón que
moraba en las aguas de un lago cercano. Para evitar que se acercara
demasiado, los vecinos le ofrecían comida, pero cuando ésta comenzó
a escasear pasaron a decidir por sorteo la entrega de una persona
para ser devorada, hasta que le tocó el turno a la hija del rey. En
ese momento llegó San Jorge a la ciudad y se ofreció a proteger a
la princesa, y tras encomendarse a Dios, venció al dragón y liberó
de su mal a los vecinos, que por supuesto se convirtieron al
Cristianismo.
Se
dice que de la sangre que manó de la herida del dragón brotó una
rosa roja, que San Jorge ofreció a la princesa y que hoy recordamos
regalando rosas junto con libros.
Al
abrigo del ideal caballeresco creció la devoción a San Jorge “Santo
de los Caballeros y Caballero de los Santos”, entre los círculos
nobles y militares.
Los
cruzados invocaban su protección y durante la III Cruzada
(1189-1192) trataron de recuperar la iglesia que guardaba sus restos
en Lydda. Numerosas órdenes se acogieron a su patronazgo, así como
regiones y países enteros como Inglaterra, Rusia, Portugal o Génova.
En
Aragón (España) la introducción del culto y la devoción al santo
llegó de la mano de Pedro I (1068-1104) a raíz de un suceso
extraordinario en el curso de la conquista de Huesca. En 1.096 el rey
aragonés tenía sometida a sitio la plaza cuando recibió la noticia
de que se aproximaba un gran contingente de refuerzos musulmanes
desde Zaragoza, a los que resueltamente se dispuso a hacer frente,
encomendándose a Dios y saliendo a su encuentro en un llano que
llamaban Alcoraz. La batalla fue cruenta, y en lo más encarnizado
del combate cuenta la tradición que apareció un jinete a lomos de
un caballo blanco que luchaba contra los musulmanes, era San Jorge,
que ayudó a vencer la batalla y poner a salvo la ciudad de Huesca.
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