En
2010 el Telescopio Espacial Fermi revelaba en nuestra propia galaxia,
una gigantesca estructura de la que no se tenía noticia alguna. Dos
enormes “burbujas” de radiación gamma, de 25.000 años luz cada
una, que parecen emanar del centro de la Vía Láctea y que se
disparan simétricamente a ambos lados de su núcleo. Los
sorprendidos astrónomos no saben aún cómo explicar su hallazgo,
aunque sugieren que podría tratarse de los restos de una antigua
erupción de rayos gamma del agujero negro super gigante que habita
en el centro de nuestra galaxia.
“Lo
que hemos visto son dos emisiones de rayos gamma en forma de burbuja
que se extienden al norte y al sur del centro galáctico -explica
Doug Finkbeiner, astrónomo del centro de astrofísica
Harvard-Smithsonian y el primero en reconocer la estructura-. Y no
comprendemos completamente su naturaleza y su origen”.
La
estructura abarca más de la mitad del cielo visible desde la Tierra,
desde la constelación de Virgo hasta la de La Grulla, y podría
tener millones de años de antigüedad. La investigación se publica
en The Astrophysical Journal. Finkbeiner y su equipo descubrieron las
extraordinarias burbujas de radiación procesando los datos públicos
del Telescopio Espacial Fermi, el mayor detector de radiación gamma
jamás construido. Diseñado específicamente para observar esta
clase de emisiones, el Fermi intenta captar y estudiar las súbitas
explosiones que, a pesar de que apenas duran unos segundos y pueden
encontrarse a decenas de miles de años luz de distancia, son los
fenómenos más energéticos de todo el Universo.
El
descubrimiento parece indicar que, en algún momento del pasado,
también el agujero negro central de la Vía Láctea, nuestro hogar
en el espacio, provocó una de estas gigantescas explosiones. Basta
recordar la que se produjo el 27 de septiembre de 2004, la mayor
detectada hasta ahora, causada por un magnetar, un tipo poco común
de estrella de neutrones, a más de 50.000 años luz de distancia.
Aquel día y durante un breve instante, apenas un par de décimas de
segundo, un invisible estallido de energía, equivalente a medio
millón de años de iluminación solar, alcanzó la Tierra casi a la
velocidad de la luz. A pesar de la distancia, muchos de nuestros
satélites dejaron de funcionar al instante, y las capas superiores
de nuestro mundo quedaron instantáneamente ionizadas por el súbito
impacto de cantidades masivas de rayos gamma. La razón principal por
el que estas dos gigantescas burbujas no se habían detectado hasta
ahora es, aseguran los investigadores, la difusa “niebla de rayos
gamma” que existe de forma natural a lo largo de todo el cielo y de
la que resulta dificil aislar emisiones concretas. Esa “niebla”
se produce cuando partículas subatómicas, viajando a velocidades
próximas a la de la luz, interactúan con los rayos luminosos o el
gas interestelar dentro de nuestra galaxia (ver el vídeo).
Pero
el equipo de Finkbeiner ha conseguido poner a punto un modelo capaz
de distinguir y aislar fuentes concretas de rayos gamma de la “niebla
de fondo” reinante. Fue así cómo localizaron las burbujas. El
origen, un misterio Los científicos tienen ahora ante sí la labor
de averiguar cómo se formaron esas enormes estructuras. Las
burbujas, aseguran, son mucho más energéticas que la “niebla de
fondo” de rayos gamma de la galaxia. Y además tienen bordes muy
bien definidos. Su forma, por último, sugiere que se formaron como
resultado de una gran y relativamente rápida emisión de energía
cuya fuente, sin embargo, aún es un misterio. Una de las posibles
fuentes podría ser un chorro de partículas procedente del agujero
negro supermasivo del centro de nuestra galaxia. Tales chorros
resultan relativamente comunes y han sido observados en muchas otras
ocasiones en galaxias lejanas. Se producen como una especie de
reacción del agujero negro al absorber la materia circundante. Y
aunque no existen evidencias de que en la actualidad tales chorros de
partículas estén emanando del centro de nuestra galaxia, pudieron
haberlo hecho en el pasado.
Las
burbujas, sin embargo, también podrían haberse formado a partir de
los gases sobrantes de un proceso masivo de formación estelar, algo
que los astrónomos piensan que pudo suceder alrededor del centro
galáctico en algún momento del pasado.
Fenómenos
parecidos también han sido observados otras veces en zonas muy
activas de galaxias distantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario