El
21 de agosto de 2009, un grupo de físicos que volaba en un avión de
investigación atmosférica se introdujo por error en un violento
frente tormentoso y se vio rodeado de repente por una nube de
antimateria.
Desde
entonces, los investigadores han tratado de salir de su asombro y
comprender el extraordinario e inesperado fenómeno. Hoy, seis años
después, y aunque siguen sin saber lo que ocurrió, aventuran
algunas posibilidades en una reciente publicación en la revista
Nature.
Joseph
Dwyer, físico de la Universidad de New Hampshire, volaba junto a un
grupo de colegas especializados en el estudio de fenómenos
eléctricos cuando se produjo el turbulento e inesperado encuentro.
Para realizar su trabajo, los investigadores habían montado un
detector de partículas en un Gulfstream V, un tipo de jet muy
utilizado por altos ejecutivos. Todo parecía transcurrir con
normalidad a bordo hasta que el avión se colocó justo encima de una
tormenta extremadamente violenta. Los pilotos giraron hacia lo que en
su radar parecía ser la costa de Georgia. «Pero en realidad
-recuerda Dwyer- era un frente tormentoso, y acabamos volando justo a
través de él». El avión fue zarandeado violentamente y empezó a
caer de forma repentina. «Realmente pensé que íbamos a morir»,
afirma Dwyer.
Pero
durante aquellos minutos de angustia, los instrumentos empezaron a
indicar algo más. El avión, de hecho, estaba rodeado por una «nube
de positrones» (las partículas de antimateria opuestas a los
electrones) que de ningún modo habría tenido que estar ahí.
La
nube tenía aproximadamente dos kms. de extensión. Toparse de bruces
con una nube de positrones sin que existan otros fenómenos físicos
asociados (como por ejemplo una fuerte emisión de rayos gamma) es
algo completamente desconcertante y que va contra nuestra comprensión
de la Física. De hecho, el fenómeno no puede ser explicado por
ningún proceso conocido.
Fue
algo tan extraño, asegura el propio Dwyer, que le hemos estado dando
vueltas varios años. En palabras del científico, el hecho de que,
como salidos de la nada, el número de positrones a nuestro alrededor
se incrementara súbitamente en más de un factor de 10 y formara una
nube alrededor del avión es algo muy difícil de entender. Y
realmente no tenemos una buena explicación para ello.
Se sabe que,
algunas veces, las tormentas producen destellos de rayos gamma muy
energéticos, que pueden a su vez generar pares de electrones y
positrones cuando interactúan con el aire. Pero la aparición de
positrones debe, por fuerza, coincidir con un gran aumento en la
cantidad de rayos gamma.
Deberíamos haber visto brillantes emisiones de rayos gamma junto a los positrones explica Dwyer. Pero lo único que observamos fue, primero, una nube de positrones, y después otra a unos siete kms. de distancia. Y solo después pudimos ver un brillante resplandor de rayos gamma. Lo cual no tiene ningún sentido.
Deberíamos haber visto brillantes emisiones de rayos gamma junto a los positrones explica Dwyer. Pero lo único que observamos fue, primero, una nube de positrones, y después otra a unos siete kms. de distancia. Y solo después pudimos ver un brillante resplandor de rayos gamma. Lo cual no tiene ningún sentido.
David
Smith, de la Universidad de California en Santa Cruz y coautor del
estudio, afirma que «esperábamos que la tormenta produjera algunas
formas de radiación, pero no esto. Ni siquiera sabemos si se trata
de algo que la naturaleza puede hacer por sí misma o si sólo ocurre
cuando se incluye un avión en la mezcla».
En
el Universo hay (materia oscura aparte) dos clases diferentes de
materia: la normal y la antimateria, que son idénticas excepto por
el signo de su carga eléctrica. Así, para cada partícula normal
existe una antipartícula, que en el caso del electrón es el
positrón. Cuando una partícula de materia se junta con otra de
antimateria, ambas se aniquilan mutuamente en un destello de rayos
gamma. Es, señala Dwyer, el mismo tipo de proceso que se supone que
suministra energía a la nave Enterprise de Star Trek.
Tras
haber estado donde no debía, Dwyer asegura que su experiencia
«dentro del vientre de la bestia», aporta nueva información sobre
el extraño y en gran parte aún desconocido mundo de las tormentas,
un extraño universo de rayos gamma, partículas de alta energía que
viajan casi a la velocidad de la luz y, ahora, también de extrañas
nubes de antimateria.
Una
posible explicación para la súbita aparición de positrones es que
el avión mismo, de alguna forma, influyera sobre el medio eléctrico
de la tormenta. Pero esto, según Dwyer, sería algo muy
sorprendente. También sería posible que los investigadores
detectaran algún tipo de descarga eléctrica exótica en el interior
de la tormenta, una que implique la existencia de positrones. Es
la idea de un “rayo oscuro” capaz de fabricar un montón de
positrones, aventura el científico.
Es
posible que lo que estábamos viendo fuera una especie de huella
digital de un relámpago oscuro. Es posible, aunque tampoco esta
explicación es del todo satisfactoria. Los rayos oscuros son una
forma exótica de descarga eléctrica en el interior de las tormentas
y que se producen en alternancia con los rayos normales. En un rayo
oscuro, partículas muy energéticas son aceleradas y pueden producir
positrones, que ayudan a descargar el campo eléctrico. Sin embargo,
según reconoce Dwyer, realmente no sabemos muy bien cómo un rayo
empieza a formarse, porque aún no comprendemos del todo el entorno
eléctrico de una tormenta. Este fenómeno con positrones podría
estarnos diciendo algo nuevo sobre cómo se cargan las tormentas y se
forman los rayos. Pero nuestro hallazgo, sin duda, ha complicado las
cosas porque no se ajusta a la imagen que se tenía hasta ahora sobre
la naturaleza de estos
fenómenos.
Fuente:http://mysteryplanet.com.ar/site/un-grupo-de-fisicos-tragado-por-una-misteriosa-nube-de-antimateria/
Fuente:http://mysteryplanet.com.ar/site/un-grupo-de-fisicos-tragado-por-una-misteriosa-nube-de-antimateria/
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