El “giro derviche”, es esa meditación en movimiento que practican los derviches Mevlevi, tiene su origen en Rumi. Cuenta la historia que iba él caminando por el barrio de los orfebres cuando percibió en sus martilleos una hermosa música a cuyo compás empezó a girar en una extática danza de devoción al tiempo que constituía una disciplina de gran concentración. Alcanzó un estado donde el ego se disuelve y surge una resonancia con el alma universal. Literalmente Derviche significa “entrada”. Cuando lo que se comunica se transmite de presencia a presencia, se produce el dharsan con un lenguaje intrínseco en la visión. Cuando la atracción gravitacional se vuelve incluso más fuerte, los dos se convierten en un solo giro que es tanto molecular como galáctico, así como un recordar espiritual de la presencia en el centro del universo. El giro es una imagen de cómo el derviche se convierte en su lugar vacío en el que se pueden encontrar lo humano y lo divino. Para acercarse a la totalidad, la parte debe enloquecer, al menos según los parámetros convencionales. Estos santos extáticos, llamados matzubs en la tradición sufí, califican a este tipo de locura como la auténtica salud.
MAESTRO DE MÚSICA
Tú que amas a los amantes,
Este es tu hogar. ¡Sé bienvenido!
En el proceso de crear la forma, el amor
Creó esta forma que funde la forma,
Con el amor como puerta
Y el alma como vestíbulo.
Observa el movimiento de las motas de polvo
En la luz cerca de la ventana.
Su danza es la nuestra.
Raro es que escuchemos la música interior.
No obstante, todos danzamos a su son
Dirigidos por aquel que nos enseña,
La pura dicha del sol,
Nuestro maestro de música.
Jelaluddin Rumi
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