Las islas Canarias en el
Atlántico estaban pobladas por una raza misteriosa, que dejó momias y pirámides
escalonadas, llamados los Guanches. Es generalmente aceptado que
esta gente de piel blanca fue originaria del norte de África y fueron
posiblemente Bereberes, aunque una versión más romántica es que ellos eran
descendientes del mismo Atlas, eso explica por qué ellos eran una raza alta,
musculosa y bella.
La mitología o religión aborigen guanche era
un cuerpo de creencias que constituían la religión pre-cristiana del
pueblo aborigen guanche (Islas Canarias, España). Como la mitología
guanche fue transmitida y alterada por los conquistadores cristianos, las creencias,
actitudes y prácticas religiosas originales no pueden definirse con certeza.
Está claro, sin embargo, que la relativa importancia de los diferentes dioses y demonios varió según las
épocas y los lugares. La mayor parte de esta mitología fue transmitida
oralmente y mucha se perdió. Sin embargo, algo de ella fue capturada y escrita
por los conquistadores y eruditos cristianos.
En cuanto a las creencias, el
culto astral estaba generalizado. Junto a él había una religiosidad animista que
sacralizaba ciertos lugares, fundamentalmente roques y montañas (El Teide en Tenerife, Idafe en La
Palma o Tindaya en
Fuerteventura). Especialmente singular era el culto
a los muertos, practicándose la momificación de
cadáveres. Cabe destacar también la fabricación de ídolos de
barro o piedra.
Entre sus
principales leyendas destacan la de la Creación del Mundo.
Según las creencias guanches, Guayota vivía
en el interior del volcán Teide
(Echeide, el infierno), Guayota era el demonio, el rey del
mal. Según la leyenda, Guayota secuestró al dios Magec (dios de la luz y el sol), y lo llevó
consigo al interior del Teide. Los guanches pidieron clemencia a Achamán, su dios supremo. Achamán consiguió
derrotar a Guayota, sacar a Magec de las entrañas de Echeide y
taponar el cráter. Dicen que el tapón que puso Achamán es el llamado Pan de
Azúcar, el último cono, de color blanquecino, que corona el Teide.
Después según sus creencias, un terremoto fraccionó la isla de Echeide, hasta
que se formaron las siete Islas
Canarias:
Tyterogaka (Lanzarote)
Erbane (Fuerteventura)
Tamarán (Gran Canaria)
Gomer (La Gomera)
Benahoare (La Palma)
Ezeró (El Hierro)
Desde entonces Guayota permanece
encerrado en el interior del Teide.
Cuando el Teide entraba en erupción,
era costumbre que los guanches encendieran hogueras con el fin de espantar a
Guayota. Otra versión dice que esas hogueras servían para que si Guayota
lograba salir de Echeide, creyera que seguía en el infierno y pasase de largo.
La creación del Hombre
En un principio era Achamán, dios poderoso y eterno que se bastaba a sí mismo. Antes de
él solo había la nada y el vacío, el mar no reflejaba el cielo y la luz aún
carecía de colores. Achamán también se llamaba Abora y también Alcorac. A él debían su existencia las criaturas, pues creó la
tierra y el agua, el fuego y el aire, y toda la vida que en ellos cabía.
Achamán habitaba las alturas y a veces las cumbres de las montañas para
regocijarse contemplando lo que ante su mirada se avivaba.
Un día se detuvo Achamán en la cima de Echeide. Desde allí su obra le pareció más bella y perfecta, como
si la descubriese por vez primera, y pensó que debía compartirla. Entonces
decidió hacer a los seres humanos para
que también ellos admirasen lo creado, para que de ello hicieran uso y para que
lo conservasen.
Los guanches de Tenerife y, con
toda probabilidad el resto de las poblaciones insulares, creían que los
espíritus de sus antepasados iban a parar al Sol, astro que, consideraban como Ser Superior por
excelencia (junto con el dios del cielo, que lo sostiene)
y era, por tanto, objeto de adoración. Esta deidad solar se sintetizaría de la
siguiente manera: Los espíritus de
sus antepasados iban a parar al Sol, y cada mañana a su salida por el Este aparecían por el firmamento, realizando el itinerario
diurno hasta que finalmente desaparecían, para de nuevo regresar al día
siguiente. En muchas culturas este viaje de las almas en su morada solar se ha
simbolizado con un carro; en Tenerife este
medio se ha sustituido por pájaros y, en islas como El Hierro se
asimiló a una casa.
“Cuenta
la leyenda que, cuando el aire se vuelve espeso, turbio y caluroso, cuando las
nubes se vuelven negras, cuando las aguas del mar se vuelven locas con mucho oleaje,
cuando los animales están inquietos y cuando hasta la coruja, que suele volar
de noche, vuela de día, todo ello presagia que Guayota está próximo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario