28/3/18

EVOLUCIÓN TERRESTRE (IV)


Sir Wildfrid, en su contribución al coro darwinista en las publicaciones que aparecieron con motivo del Centenario de Darwin (1.958), escribió:
«Se debería hacer referencia a los fenómenos evolutivos de la convergencia y del paralelismo, porque es bien sabido que dichos fenómenos pueden llevar a semejanzas estructurales que, si se toman por sí mismas, pueden conducir a error. El término “convergencia” se aplica a la tendencia ocasional de que tipos relacionados distantes se
simulen entre sí respecto a proporciones generales o en el desarrollo de adaptaciones análogas como respuesta a unas necesidades funcionales similares.»

¿Qué sucedió durante estos aproximadamente 25 años para que los fenómenos a gran escala de los que Clark decía que “ya no deben considerarse como una curiosidad incidental” se hayan convertido en una “tendencia ocasional”?. Quizá se había hecho crecientemente claro durante los años transcurridos que la admisión de la realidad de la convergencia a gran escala era sumamente contradictoria respecto a muchos de los árboles genealógicos comúnmente exhibidos y que pretendían exponer una descendencia evolutiva lineal basándose puramente en la morfología.

Tan crucial es la morfología que el antropólogo Franz Weidenreich formuló el siguiente principio:
«Al proceder a la determinación del carácter de una forma fósil determinada y de su puesto especial en la línea de la evolución humana, solo se deberían tener en cuenta sus rasgos morfológicos como base decisoria, ni la situación del emplazamiento de donde fue recuperado, ni la naturaleza geológica del yacimiento en el que estaba sepultado tienen importancia.»
Pero, ¿qué valor tiene esta exigencia de que se ignore la evidencia geológica y que solo se considere la apariencia física?
A la luz de la posibilidad de que la estructura sea enteramente resultado de circunstancias ambientales o históricas y que no tenga nada que ver con la edad geológica, el argumento carece de toda validez.

Sir Solly Zuckerman, aunque era un evolucionista plenamente convencido, admitió abiertamente lo siguiente:
«Diversas pautas genéticas pueden tener idénticos efectos fenotípicos (de modo que) cuando tratamos con material fósil limitado o relativamente limitado, la correspondencia en rasgos morfológicos simples o en grupos de caracteres no implica necesariamente identidad y relación filética.»

Por la frase “diversas pautas genéticas”, Zuckerman se está refiriendo al hecho bien reconocido de que donde las circunstancias demandan que un animal esté equipado con algún órgano particular (por ejemplo, una clase especial de ojo), que se dará la tendencia a que aparezca este órgano aunque el animal no comparta un conjunto genético que sea responsable del mismo órgano en alguna otra especie. Así, los conjuntos o pautas de genes que difieren pueden sin embargo llevar a la producción de estructuras similares en animales no relacionados.

Wood Jones argumentó que había alguna especie de «fuerza vital» en la naturaleza que tenía como resultado el surgimiento de toda clase de estructuras especializadas en
animales que capacitaban a sus poseedores a afrontar las exigencias particulares de sus vidas. Estas estructuras, según era su convicción, podían aparecer “de la nada”, por así decirlo, en cierta manera misteriosa la Naturaleza sabe a donde va.
Al igual que Leo Berg y Sir Alister Hardy, Jones también estaba persuadido de que había poco o ningún elemento de azar en este fenómeno. En sus palabras:
«Desde la aceptación de la teoría de la Evolución propuesta por Darwin se han realizado muchos intentos, por parte de distinguidos biólogos (como Gaskill y Patten), para demostrar que los invertebrados realmente “evolucionaron” transformándose en vertebrados; pero toda la evidencia disponible deja muy claro que los dos grandes filums surgieron independientemente el uno del otro..»

Cuando los propagandistas dogmáticos de la teoría darwinista de la evolución le dijeron al gran público que algo tan complejo como un ojo había llegado a la existencia gracias a una vaga fuerza conocida como Selección Natural que había actuado sobre pequeños cambios estructurales producidos al azar, su credulidad fue llevada al extremo.
Es posible que la fe del público se hubiera derrumbado por completo si les hubieran pedido que creyesen que este proceso mecanicista al azar había producido el ojo de los vertebrados y el de los invertebrados de modo independiente en ambos casos, y más que esto, que había permitido que los invertebrados adquiriesen al menos tres clases diferentes de ojos de modo independiente, dentro de los límites de su propio filum (los ojos de foco simple, bifocal, y compuesto). No solo los ojos, sino los oídos, corazones y las branquias, y todo lo demás, se han desarrollado dos veces de forma completamente independiente en los dos grandes filums.

Continuará...

19/3/18

EVOLUCIÓN TERRESTRE (III)


Según Simpson, fundador de la teoría sintética, la radiación adaptativa es el patrón principal de la macro-evolución. Es la diversificación repentina de un grupo de organismos que comparten un antecesor común, cuya aparición es generalmente muy próxima al momento de la radiación. En muchos casos, este tipo de evolución está asociada al éxito de un grupo que posee una nueva característica denominada "característica clave", la cual posibilita la invasión de un nuevo hábitat.
En una de sus obras, G. G. Simpson, encontró necesario asegurar a sus lectores que la evolución es cierta; más aún, que es incuestionable, en This View of Life, lo repite varias veces.

Hace algunos años, Ralph Gerard hizo esta significativa declaración, que es particularmente apropiada en el presente contexto:
«Cuando nos encontramos que mantenemos una opinión que la base en que se fundamenta suscita una especie de sentimiento de que indagar acerca la misma sería absurdo, evidentemente innecesario, improductivo, malo o incluso perverso, podemos considerar que se trata de una opinión no racional, y por ello probablemente fundada sobre evidencias inadecuadas.»

Wilson Wallis escribía con tono de decepción:
«Desde los tiempos de Darwin, la idea evolucionista ha predominado las ambiciones y ha determinado los hallazgos de los antropólogos físicos, a veces para detrimento de la verdad.»
Y no cabe duda alguna acerca de que el célebre fraude de Piltdown nunca hubiera podido tener el gran éxito que tuvo excepto por el hecho de que se proporcionó a los expertos precisamente lo que algunos de ellos creían que necesitaban.
El Hombre de Piltdown era precisamente lo que los académicos habían reclamado. V. F. Calverton, en su introducción a The Making of Man, escribió:
«La simultaneidad misma con la que Darwin y Wallace dieron con la teoría de la Selección Natural y la supervivencia de los más aptos es una prueba manifiesta de la intensa actividad de esta idea en aquel tiempo. Todas las fuerzas en el ambiente económico y social jugaron su papel en el triunfo de esta doctrina.»
En este mismo sentido se manifiesta A. K. Kroeber:
«Es evidente que hubo una determinada concatenación histórica en el pensamiento del mundo que posibilitó que el descubrimiento de Darwin desencadenara unas consecuencias de tal magnitud.»
Como protesta contra este consenso de aprobación de una teoría que estaba sorprendentemente adaptada al Zeitgeist (como lo han observado muchos historiadores, entre ellos algunos recientes), varias mentes independientes emprendieron una reevaluación de la evidencia.

El príncipe Kropotkin reexaminó la comunidad de vida salvaje para ver si realmente había una “lucha por la existencia” y si solo los más aptos prevalecían.
Descubrió en la Naturaleza una dinámica muy diferente, y expuso sus descubrimientos en su obra Mutual Aid. Hasta tiempos relativamente recientes este libro estuvo inaccesible. Pero el clima de opinión parece estar cambiando, y existe ahora una nueva demanda que ha justificado su reimpresión.

De manera similar, en 1.922 Leo Berg escribió su voluminosa y erudita Nomogénesis como protesta contra el interés desmesurado por la morfología con exclusión de la función. En la actualidad quizá hubiera titulado su obra Convergencia, porque es de esto de lo que trata. Esta obra también se ha vuelto a publicar, y, cosa sorprendente, de mano del Instituto de Tecnología de Massachusetts.

Poco después de que apareciera la primera edición, en 1.935 Sir Wilfrid LeGros Clark estaba dispuesto a admitir:
«En la evaluación de las afinidades genéticas, las diferencias anatómicas son más importantes como evidencia negativa que las semejanzas anatómicas lo son como evidencia positiva. Se hace evidente que si esta tesis se lleva a su conclusión lógica, será necesario demandar un ámbito mucho más amplio para los fenómenos del paralelismo o de la convergencia en evolución de lo que los evolucionistas han concedido en general. La realidad es que las minuciosas y detalladas investigaciones que han realizado anatomistas comparativos en años recientes han puesto de relieve que los paralelismos en el desarrollo ha tenido lugar a gran escala y que ya no deben considerarse como una curiosidad incidental que haya tenido lugar de forma esporádica en el curso de la evolución. Lo cierto es que apenas si es posible para los no anatomistas comparativos darse cuenta de lo fundamental del papel que este fenómeno ha tenido en el proceso evolutivo».

Continuará...

14/3/18

EVOLUCIÓN TERRESTRE (II)



La convergencia es un fenómeno natural que según algunas de las autoridades más prestigiosas se dá en todos los seres vivientes, plantas o animales. Es exactamente lo contrario a la divergencia, que en realidad es otro nombre para la evolución.

Por convergencia se significa la tendencia que se observa en formas vivas no relacionadas filogenéticamente entre sí a responder a similares contingencias de la vida desarrollando estructuras semejantes. Estas estructuras incluyen no solo rasgos del esqueleto mismo sino órganos internos, órganos de los sentidos, fluidos corporales, incluso (al menos en las aves) rasgos como llamadas, coloración y hábitos de construcción de nidos. Es como si hubiera en la naturaleza algún mecanismo intrínseco por el que cualquier animal o planta, al hacer frente a un problema que se deba resolver a fin de sobrevivir, pueda desarrollar una estructura que resuelva el problema de la forma más económica y eficiente.

Pero podemos ir más allá de esto y decir que estas soluciones exhiben una notable tendencia a conformarse tan estrechamente a un patrón, dependiendo de la naturaleza del problema, que tipos de animales sumamente diferentes (placentarios y marsupiales por ejemplo), que no tienen una relación lineal por lo que atañe al pensamiento evolucionista actual, se desarrollan por separado en líneas tan similares que, si no tuviésemos otra
información en sentido contrario, nos llevarían a la errónea
suposición de que están muy estrechamente relacionados.
Por lo tanto, las alas de una mariposa y las de un ave, a pesar de tener diferente origen, cumplen la misma función debido a un proceso de evolución tipo convergente.

La convergencia es un fenómeno casi universal, este es un hecho constatado. Hay animales de los que se puede demostrar que no están relacionados y que han desarrollado estructuras o mecanismos precisamente similares y que son tan complejos que es totalmente inconcebible que puedan haber surgido puramente por accidente. Y estas convergencias no son en absoluto superficiales. Con frecuencia son de tal naturaleza que involucran a todo el animal.

Continuará...

10/3/18

EVOLUCIÓN TERRESTRE (I)


El proceso por el cual una especie evoluciona a dos o más especies con diferentes características se denomina evolución divergente.
Sucede cuando una población se aísla del resto de la especie y debido a presiones selectivas particulares, comienza a seguir un curso evolutivo diferente. Por ejemplo, el oso pardo se difundió por todo el hemisferio norte, esto ocurrió hace aproximadamente 1,5 millones de años. Durante una de las glaciaciones masivas del Pleistoceno, una población de osos pardos se separó del grupo principal y bajo la inmensa presión selectiva de un ambiente hostil, evolucionó originando al oso polar.
Los osos pardos, aunque son miembros del orden de los carnívoros y están muy relacionados con los perros, son principalmente vegetarianos y complementan su dieta, solo ocasionalmente, con peces y animales de presa. Asimismo, el oso polar es casi completamente carnívoro y se alimenta básicamente de focas. Además, el oso polar difiere físicamente de los otros osos en varios aspectos, tales como su color blanco, sus dientes de tipo carnívoro, su cabeza y hombros hidrodinámicos y las cerdas rígidas que cubren las plantas de sus pies, que aseguran aislamiento y tracción sobre el hielo resbaloso.
Por esta razón, la evolución divergente no solo puede llevar a la diferenciación de ecotipos adaptados localmente, sino que puede conducir a que una especie evolucione a dos o más especies con diferentes características.

Si por “evolución” nos referimos meramente a las variaciones observables entre animales que se sabe que pertenecen a la misma especie (variedades de perros, por ejemplo) y que bajo ciertas condiciones siguen capaces de cruzarse y producir descendencia fértil, entonces estamos hablando de un hecho. Pero esta clase de evolución no arroja luz sobre el origen de las especies en el sentido más amplio.
Hasta este punto, en tanto que la convergencia es un hecho establecido, la divergencia es meramente una teoría atractiva.

Probablemente no hay ninguna teoría que haya sido promocionada con tanto fervor, defendida tan dogmáticamente y recibida con un reconocimiento tan universal sobre unas bases tan endebles como la teoría de la evolución.
Es de sospechar que las debilidades inherentes en la actual teoría, que ya se están admitiendo en muchos lugares, explican la creciente hostilidad por parte de sus principales proponentes contra cualquier intento serio que se realice para reexaminar sus presuposiciones básicas.

Continuará...