17/6/18

URANO (Astrofísica)


El planeta Urano fue descubierto en 1.781 por William Herschel, astrónomo y músico. Se le bautizó con el nombre de Urano por ser el primer planeta descubierto después de Saturno, dando continuidad al panteón familiar en la saga de los dioses, Urano es padre de Saturno, como éste lo es de Júpiter.

Urano es el séptimo planeta del Sistema Solar. La principal característica parece ser la extraña inclinación de su eje de rotación casi 90 grados con respecto a su órbita; la inclinación no solo se limita al mismo planeta, sino también a sus anillos, satélites y su campo magnético.
Urano posee la superficie más uniforme de todos los planetas por su característico color azul-verdoso, producido por la combinación de gases presentes en su atmósfera, y tiene 11 estrechos anillos de alquitrán negro, cuya anchura no llega en ninguno de ellos a los 10 kms., esos anillos no se pueden observar a simple vista. Además posee un anillo azul, el cual es una rareza planetaria. Urano es uno de los pocos planetas que tiene un movimiento retrógrado, similar al de Venus.
Posee un núcleo compuesto de rocas y hielos de diferente tipo, estos últimos mucho más abundantes. El planeta cuenta con una gruesa atmósfera formada por una mezcla de hidrógeno y helio que puede representar hasta un 15% de la masa planetaria.
Urano (como Neptuno) es en muchos aspectos un gigante gaseoso cuyo crecimiento se interrumpió sin haber acumulado las grandes masas de gases de los planetas gigantes Júpiter y Saturno.

El interior de Urano no es propicio para la vida, ya que la presión y el frío son extremos, además de que los rayos del Sol no traspasan más de unos cientos de metros la atmósfera. Aunque ya sabíamos que es uno de los lugares más hostiles para la vida en el Sistema Solar, ahora tenemos un motivo más para no viajar a este planeta: su olor.
Un equipo de científicos acaba de demostrar que en las capas superiores de la atmósfera de Urano abunda el sulfuro de hidrógeno, un gas responsable del clásico olor a huevos podridos.
Los investigadores, que publican su trabajo en la revista Nature Astronomy, han descubierto que este gas tan nocivo se arremolina en las nubes del planeta. Aunque era algo que se sospechaba, nadie hasta ahora había sido capaz de demostrar la composición de estos cúmulos. El trabajo pone de manifiesto las diferencias entre los llamados “gigantes gaseosos” (Júpiter y Saturno) y los “gigantes de hielo” (Urano y Neptuno). Mientras que en los primeros es amoníaco lo que se detecta en las nubes, en Urano, y posiblemente en Neptuno también, el sulfuro de hidrógeno es el principal componente. Estas diferencias se habrían originado ya desde el mismo momento del nacimiento de los planetas.

Durante la formación del Sistema Solar, el balance entre nitrógeno y azufre, y por tanto entre amoniaco y sulfuro de hidrógeno, vino determinado por la temperatura y la localización de cada planeta. Estos hallazgos revelan que, aunque la atmósfera de Urano sea un lugar tremendamente desagradable para los humanos, este extenso mundo es un terreno fértil para explorar la historia de nuestro Sistema Solar y quizá también para entender las condiciones que se dan en otros grandes planetas helados que orbitan estrellas más allá de nuestro Sol.

Urano tiene 27 satélites naturales conocidos. Los nombres de los satélites de Urano se toman de los personajes de las obras de William Shakespeare y Alexander Pope, especialmente de sus protagonistas femeninas.
Los satélites más grandes son Titania y Oberón, de tamaño similar (1.580 y 1.520 kms. de diámetro, respectivamente), otros satélites importantes son Umbriel, Ariel y Miranda. Estos eran los cinco satélites conocidos de Urano antes de que el Voyager 2 llegara allí. Ninguno de los satélites de Urano tiene atmósfera.

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