20/6/14

TEORIA DEL BIG BANG

                                 Telescopio BICEP2

Los descubridores de la señal del Big Bang, admiten dudas respecto el patrón hallado en el cielo que, según ellos, indicaba la rápida expansión del Universo justo después de la gran explosión.

Fue el anuncio científico del año, e incluso mucho más que eso: del siglo XXI, decían algunos, digno de un Premio Nobel. Pero ahora los físicos estadounidenses responsables de la excepcional investigación ya no están tan seguros al respecto. El pasado marzo anunciaron que habían detectado por primera vez ondas gravitacionales, pequeñas deformaciones en el tejido del espacio-tiempo que se transmiten a la velocidad de la luz y recorren todo el Cosmos. Son la prueba de la inflación cósmica, de que, tras el Big Bang, hace 13.800 millones de años, el Universo se expandió de manera exponencial en la primera fracción de segundo de su existencia, extendiéndose hasta un punto que ni siquiera los mejores telescopios actuales son capaces de ver. Ahora, los físicos defienden sus resultados, pero admiten que todavía existen grandes preguntas al respecto y que pueden estar equivocados, ya que el brillante polvo en la Vía Láctea podría haber interferido con sus observaciones.
Después de semanas en los que estos investigadores han evitado el contacto con los medios de comunicación y en las que han recibido críticas de equipos rivales, su trabajo ha sido publicado en la revista Physical Review Letters.
En una lectura pública en Londres, uno de los investigadores principales reconoció que las circunstancias han cambiado. «¿Ha disminuido mi confianza? Sí», dijo Clem Pryke, de la Universidad de Minnesota, según informa la BBC.

Este equipo, dirigido por el astrofísico John Kovac, de la Universidad de Harvard, había hecho sus observaciones con el telescopio BICEP2 (Background Imaging of Cosmic Extragalactic Polarization), instalado en el Polo Sur y que estudia la radiación cósmica de fondo (CMB), el débil resplandor que aún nos llega de la gran explosión. Allí detectaron la señal de las tan perseguidas ondas gravitacionales. El hallazgo fue posible gracias a la medición de un tipo muy especial de polarización de la luz, llamada «en modo B». Estas ondas comprimen el espacio a medida que viajan, y esta compresión produce un patrón distinto en el fondo cósmico de microondas.
Sin embargo, la validez de las conclusiones del equipo del BICEP2 ha sido puesta en duda por distintas voces durante las últimas semanas en blogs de las principales revistas científicas. David Spergel, físico de la Universidad de Princeton, sugería que no podemos saber si los rayos de luz detectados por el telescopio pertenecen a los primeros momentos del Universo. «Las características de las emisiones que han visto se encuentra tanto en la radiación del polvo cósmico como en las ondas gravitacionales primordiales», ha explicado a la agencia de noticias AFP.

A su juicio, la cuestión probablemente tenga una respuesta el próximo otoño, cuando un equipo competidor que trabaja con el telescopio espacial Planck de la Agencia Espacial Europea (ESA) publique sus resultados. «Dada la importancia de este resultado, creo que ellos (los del equipo BICEP2) deberían haber sido más cautelosos a la hora de hacer un anuncio más importante», afirma Spergel.


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