En
2008 un beduino encontró en una cueva en Jordania un conjunto de 70
tablillas de metal unidas como una carpeta de anillas, en páginas no
mucho más grandes que una tarjeta de crédito, había imágenes,
símbolos y palabras que parecen referirse a Cristo, sus discípulos,
a la crucifixión y la resurrección. Pertenecían con toda
probabilidad a cristianos que huyeron tras la caída de Jerusalén en
el 70 d.C. Su contenido generó una gran polémica en 2011 cuando las
tablillas vieron la luz por primera vez.
Jennifer
y David Elkington, obtuvieron permiso del Departamento de
Antigüedades con sede en Amman para analizar las tablillas y
descubrieron que en el texto se dice que Jesús estaba recuperando
una antigua tradición de la época del rey David, y no creando una
nueva religión.
Muchos
especialistas creyeron que estos documentos debían ser falsos hasta
que los profesores Roger Webb y Chris Jeynes del Laboratorio Nodus
del Centro Ion Beam de la Universidad de Surrey han analizado
recientemente una de las tablillas de plomo, confirmando que es
compatible con una muestra comparativa de antiguo plomo romano
procedente de unas excavaciones realizadas en Dorset del siglo I.
El
portal Ancient Origens precisa que cuando los investigadores
analizaron el texto, descubrieron que la lengua utilizada en los
escritos es paleohebreo. Sin embargo, como bien apunta el profesor
Roger Webb, “Si el plomo es antiguo, la escritura es antigua. Pero
no hay garantías de que lo que está escrito en ellas sea cierto.”
En
la Biblia se refiere a Jesús como un “tekton” que se traduce
generalmente como carpintero, pero en realidad significa un artesano
experto y podría referirse a la habilidad de producir este tipo de
trabajos en metal. Y la precisión es importante porque en opinión
de Margaret Barker, antigua presidenta de la Sociedad para el Estudio
del Antiguo Testamento, confirmó que en la Biblia se menciona un
libro sellado.
Las
tablillas de metal presentan numerosas estrellas de ocho puntas y
mencionan los nombres de los apóstoles Pedro, Juan y Santiago,
además de a Jesucristo.
Hay
una cruz en primer plano, y detrás de ella lo que parece ser la
tumba (de Jesús), un pequeño edificio con una abertura, y detrás
los muros de la ciudad. También hay paredes representadas en otras
páginas de estos libros y casi con toda seguridad se refieren a
Jerusalén. Se trata de una crucifixión cristiana que tiene lugar
fuera de las murallas de la ciudad.
De
confirmarse la antigüedad de los documentos estaríamos frente a un
hallazgo revolucionario.
Fuente: Revista Año Cero
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