Hace
477 millones de años, lo que hoy es el norte de la Península
Ibérica sufrió una gigantesca erupción volcánica, que cubrió
completamente de cenizas una superficie de por lo menos 15.000 Kms.
cuadrados (equivalente a la provincia de León) y que lanzó a la
atmósfera más de 80.000 millones de toneladas de rocas y escombros.
Se ha calculado que el volumen de cenizas causadas por este evento
catastrófico alcanzó un volumen de 60 Kms. cúbicos.
Tuvo
lugar en una época en que el suelo que pisamos se encontraba muy
lejos de donde está ahora, cerca del polo Sur, en una zona costera
de un supercontinente, hoy desaparecido, llamado Gondwana.
El
trabajo ha sido dirigido por un equipo de investigadores de la
Universidad de Salamanca y se ha publicado en la revista
Tectonophysics.
Por
su tamaño, la erupción estaría dentro de la categoría de
"colosales", y alcanzaría un 6 en el Índice de
Explosividad Volcánica (VEI) que manejan los expertos y que va del 1
al 8.
En
esta clasificación, según publica José Pichel en la página web de
la Agencia Iberoamericana para la Difusión de la Ciencia y la
Tecnología (Dicyt), cada valor supone que la erupción es diez veces
más violenta que en el valor inferior. Por ejemplo la del Vesubio
que acabó con Pompeya tiene un VEI de 5 y expulsó de 1 a 3 Kms.
cúbicos de materiales a la atmósfera; y la del volcán Pinatubo
(Filipinas), en 1991, un VEI 6 con más de 10 Kms. En estos casos,
las capas de ceniza se extienden por centenares o miles de
kilómetros.
Esta
erupción podría haber sido incluso peor. Se han hallado en la
cordillera Cantábrica rocas muy alejadas y que también podrían
corresponder al mismo evento. Si se confirmara este extremo, la
erupción podría haber sido aún mucho mayor, con un índice VEI 7 y
entrar, por lo tanto, en el tipo de erupciones "mega-colosales",
con un volumen de cenizas de 600 Kms. cúbicos y una emisión de
900.000 millones de toneladas de rocas y lava.
Un
evento así habría alterado por completo todo el norte de la
península, desde Galicia hasta Aragón. Algunos investigadores van
incluso más allá y sostienen que la erupción podría haber
alcanzado una magnitud VEI 8 y entrar en la categoría de
"supervolcánicas apocalípticas".
Para
llegar a estas conclusiones, Gabriel Gutiérrez Alonso, Fernando
Corfu, Juan Carlos Gutiérrez Marco, Javier Fernández Suárez y
Enrique Bernardez, analizaron muestras de rocas de Asturias y León.
A
pesar de su extremada violencia, y de que la nube de cenizas debió
permanecer en la atmósfera durante muchos años, esta super
erupción volcánica no afectó, como han hecho otras, a la vida en
nuestro planeta. Y es que cuando se produjo, hace 477 millones de
años, la vida en la Tierra se limitaba a los océanos y no se había
establecido aún en tierra firme. Lo cual no quita que,
probablemente, la vida submarina de toda la región quedara
aniquilada por el evento, uno de los más violentos y destructivos de
los que se ha tenido noticia hasta ahora.
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