Según
Hesíodo, el autor de la Teogonía (libro sobre el origen de los
dioses), Niké pertenecía a la generación de los primeros dioses,
los que aparecieron después del Caos original.
Niké nació de la unión del Titán Palas con la Ninfa Estige, quien era a su vez hija del Érebo y la Noche. Otros hijos de Palas y Estige, hermanos de Niké, fueron Cratos (el poder), Zelo (la pasión por la posesión y la emulación) y Bía (la fuerza y la violencia).
Niké nació de la unión del Titán Palas con la Ninfa Estige, quien era a su vez hija del Érebo y la Noche. Otros hijos de Palas y Estige, hermanos de Niké, fueron Cratos (el poder), Zelo (la pasión por la posesión y la emulación) y Bía (la fuerza y la violencia).
En
la Gigantomaquia, la guerra de los gigantes contra los dioses del
Olimpo, Niké se puso del lado de los olímpicos y gracias a ella
obtuvieron la victoria. Por eso Zeus la gratificó con un especial
reconocimiento y mandó que fuera consagrada como la divinidad que
preside la victoria decisiva de los dioses y los mortales.
No
se conocen historias, aventuras o leyendas particulares en las que
Niké haya tenido participación o fuese su protagonista, como ser
divino que era. Al parecer era una deidad más bien alegórica,
simbólica. En algunos lugares se la asociaba o se la confundía con
Atenea, la hija de Zeus que representaba la sabiduría porque nació
de la cabeza de su padre, pero también era una insigne guerrera.
Precisamente en la guerra de Troya, Atenea luchó al lado de los
griegos, los inspiró en las grandes batallas y los condujo a la
victoria en la más gloriosa y épica de todas las contiendas
bélicas.
En
su templo en la Acrópolis de Atenas, Niké suele aparecer
representada con alas y portando una palma o una guirnalda de laurel.
Representaciones conocidas de Niké son la llamada Victoria de
Samotracia (actualmente en el museo del Louvre) y la pequeña estatua
en la mano del Zeus de Olimpia.
El
culto a Niké fue llevado por los griegos a la península itálica y
se convirtió en una de las más importantes diosas de Roma, con el
nombre de Victoria. Tan importante era la diosa Victoria para los
romanos, por su temple guerrero y su ímpetu de expansión y
dominación imperial, que la colocaban al lado de Júpiter, el dios
supremo, y de Marte, el dios de la guerra que los griegos llamaban
Ares.
En
el comienzo de la antigua civilización, cultura y religión romana,
a la diosa Victoria le rendían culto solo los ejércitos, los
soldados, las personas que hacían la guerra y eran los más
necesitados de vencer a los enemigos. Después, los propios
emperadores asumieron la responsabilidad del culto a la diosa
Victoria, por todo lo que ella representaba, y le construyeron uno de
los más importantes templos de Roma, en el Palatino, la colina
sagrada donde se encontraba la famosa cueva llamada Lupercal, porque
había sido la guarida de la loba Luperca que amamantó cuando eran
niños a Rómulo y Remo, los legendarios fundadores de Roma.
Tanto
los griegos como los romanos imaginaban a Niké o Victoria como una
hermosa mujer alada, pues pensaban que ella corría y volaba a una
velocidad increíble para llevar el triunfo a los contendientes,
cuando así lo quería, o para alejarlo cuando también así lo
determinaba.
"Niké"
también era el grito de victoria en Grecia, como ocurrió tras la
batalla de Maratón, donde los atenienses después de vencer a los
persas, enviaron a uno de sus soldados para dar aviso en la ciudad
sobre el triunfo, quien antes de desplomarse gritó Niké !!
Desde
los Juegos Olímpicos de Amsterdam en 1.928 hasta nuestros días, en
la parte anversa de las medallas olímpicas aparece la figura de Niké
con una corona de laurel, lo que impulsó a un empresario a nombrar
así a su empresa de material deportivo (Nike), cuyo logotipo es un
ala de la diosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario