Según
la tradición, cuando Hermes pastoreaba los rebaños de Dríope, tuvo
una relación amorosa con una de las hijas de éste, de la que nació
el dios Pan. Cuando nació, presentaba sus miembros inferiores en
forma de macho cabrío y el resto del cuerpo con apariencia de
hombre, en la cabeza tenía dos cuernos y su cara era arrugada, con
una barbilla prominente y el cuerpo cubierto por una espesa capa de
pelo. Se dice que apenas nacido, escapó a las montañas, donde
Hermes tuvo que buscarlo para llevarlo al Olimpo envuelto en una piel
de liebre. Una vez allí, lo llamaron Pan, puesto que era la
diversión de todos.
Otra
de las tradiciones cuenta que Penélope, durante la ausencia de su
esposo Odiseo, tuvo varios amantes, quedando encinta de uno de ellos.
De esta manera, nació Pan, nombre que significa “hijo de todos”.
En
cuanto a su descendencia, varía según el autor. En las Dionisíacas
de Nono se dice que Pan engendró a los doce Panes, una raza de
sátiros menores que colaboraron con Dioniso. En otras fuentes
aparece como padre de Croto (con Eufeme), Acis (con Simetis),
Eurimedonte (sin especificar mujer), Creneo (con la ninfa Isménide o
Ismenis), Iinge (con la ninfa Eco) Sileno (con la Oceánide Melia).
Es
frecuente leer que Dioniso y Pan son dioses semejantes. Sin embargo,
un estudio detallado de las fuentes arcaicas y clásicas nos muestra
que los rasgos que caracterizan a ambos dioses, los atributos que les
definen y sus funciones son bien diferentes. En sus orígenes,
únicamente se asemejan en la medida en que han sido creados por la
misma cultura indoeuropea y son imaginados habitando un mismo
espacio. Gracias a esta proximidad, encontraremos tantas semejanzas
como diferencias en función de lo que busquemos.
Lo
habitual es que los seres híbridos sean considerados seres
intermedios, pobladores de lugares ignotos y por lo general carentes
de culto. (Sobre la naturaleza y características de los seres
híbridos, Bernabé Pérez de Tudela 2012).
Pan
fue reflejo de un estadio de la religión griega previo a la
configuración del panteón olímpico. El dios fue venerado por una
cultura pastoral nómada, al surgir las ciudades y el
abandono del nomadismo, queda confinado a Arcadia, una región
montañosa, marginal, que conserva arcaísmos políticos,
lingüísticos y religiosos.
Donde
el zoomorfismo divino está bien atestiguado, Pan es considerado el
más honorable de los dioses; en el resto de Grecia, es la viva
imagen de un pastor arcadio. Solo en Arcadia encontramos a Pan en
estado puro, libre de la influencia dionisíaca. Pan no es un hombre
ni una bestia sino un dios, pero a menudo se mueve entre la esfera
humana y la animal. Es a un tiempo animal, pastor y cazador-pescador,
y la divinidad que protege los ganados y los animales salvajes,
además de ser el patrón de la reproducción animal. Es un dios
alegre que toca la siringe, pero que obedece a sus instintos y que se
imagina habitando riscos en lugar de ciudades, un dios cuya parte
animal predomina sobre su parte humana.
De
acuerdo con estas características, Pan no presenta similitud alguna
con Dioniso. Se trata de dos personajes independientes y bien
diferenciados. Pero a partir del 490 a.C., la situación cambia por
completo. En ese año, a raíz de la victoria ateniense en Maratón
gracias a un ataque de pánico entre las tropas enemigas, Pan se
convierte en divinidad oficial de Atenas y su culto se extiende por
toda la Hélade.
Pan deja de ser únicamente una divinidad arcadia
que salvaguarda los rebaños frente a los animales salvajes y se
convierte en un dios que protege a los atenienses de los bárbaros.
Pan se transforma en dios de la guerra, que no dios guerrero, pues
jamás está presente en el campo de batalla sino que se dedica a
evitar que el enfrentamiento tenga lugar. Su función protectora de
los hombres se hará más y más importante y numerosas inscripciones
votivas testimonian, a partir del siglo IV a.C., una auténtica
veneración de Pan por las patrullas militares.
En ciertos lugares, la implantación del culto a Pan coincide con el desplazamiento de poblaciones rurales a la ciudad y por primera vez, Pan es un dios ciudadano, algo que se opone a la figura arcadia, que simbolizaba la vida del hombre previa a la creación de las ciudades y los comportamientos alejados de los hábitos civilizados.
En ciertos lugares, la implantación del culto a Pan coincide con el desplazamiento de poblaciones rurales a la ciudad y por primera vez, Pan es un dios ciudadano, algo que se opone a la figura arcadia, que simbolizaba la vida del hombre previa a la creación de las ciudades y los comportamientos alejados de los hábitos civilizados.
A
la relación de Pan con los Sátiros y con las Ninfas que siguen a
Dioniso, su gusto por los instrumentos de viento y a su afición por
el vino, se suman semejanzas con el propio Dioniso. Ambos dioses
representan los excesos y el descontrol, y ambos se oponen a la vida
ordenada de la ciudad, aunque no de la misma manera, pues mientras
Pan es la imagen del nomadismo previo a la vida comunitaria, Dioniso
se enmarca ya en un mundo civilizado, regido por un orden estricto
que exige un cambio.
Pan,
que no había aparecido en las fuentes literarias hasta el siglo V
a.C. en que se implanta su culto en Atenas, es introducido en el
ciclo dionisíaco a partir de este momento y especialmente durante el
siglo IV a.C. en que los poetas y pintores vasculares asocian
gustosos las dos divinidades. Es la época en la que se data la
composición del Himno homérico a Pan, que subraya la alegría de
Dioniso al acoger al recién nacido en el Olimpo y la relación de
ambos con las Ninfas.
Los
testimonios de veneración a Pan, carente ya de las características
arcadias pronto se multiplican, primero en el Ãtica y después en
Beocia, la Argólide y Delos, donde se le dedican santuarios
rupestres.
En
Beocia Pan era honrado en el monte Citerón del mismo modo que las
Ninfas y junto a ellas y a Dioniso recibía culto en Lebadea, ciudad
cercana al Helicón. En la Fócide destaca el antro Coricio, dedicado
a Pan y a las Ninfas, a medio camino de la ascensión al monte
Parnaso por las devotas de Dioniso. Su culto se extiende a las
comunidades del norte de Grecia y a Asia Menor y los testimonios se
diseminan.
Así,
encontramos informaciones que prueban que Pan también fue venerado
en Iliria, donde su presencia en Apolonia se liga a un santuario de
las Ninfas bien conocido. Las Islas Jónicas albergaban en Cefalonia
una de las cuevas más notables fuera del Ãtica, donde se ha
localizado un relieve de terracota que representa al dios junto a las
Ninfas. Asociado a ellas también recibía honores en una caverna
cercana a Fársalos, en Tesalia. Su culto se ha atestiguado además
en Tracia, gracias a las monedas de Ainos del siglo V a.C. en que Pan
aparecía representado, y es célebre la gruta de Pan de la isla de
Tasos.
Con
el tiempo, Pan se subordina a Dioniso al convertirse en miembro de su
cortejo y los lugares de culto a Pan más reputados, albergarán
también ritos en honor de Dioniso y de las Ninfas.
En
Roma Pan se equipara con Fauno, divinidad itálica de gran
popularidad y antigüedad. Muy semejante a Pan y Fauno es también
Silvano, dios de los campos y los bosques, heredero del etrusco
Selvans, equiparado con Pan, Fauno, Inuo y Angipan (Eratóstenes,
Catasterismos 28; Plutarco, Moralia, 2.311B). Fauno e Inuo eran
antiguos dioses romanos de la fertilidad, protectores de los
animales. Angipan era un dios griego, de pies y orejas caprinas, hijo
de Amaltea y hermano de leche de Zeus, identificado con Pan,
caracterizado en la Constelación de Capricornio.
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