6/12/12

EL CENTRO DE GRAVEDAD PSICOLÓGICO


Este tema es a veces controversia en el mundo esotérico ya que hay varios abordajes y poca vivencia de los mismos, pero intentaré dar un aporte quizás diferente con el ánimo de poder ayudar a ver las cosas de otra manera.
La esencia es lo que somos naturalmente y en ella están depositados los dones y talentos que traemos al nacer, que son parte del Dharma, o sea la ley interior de cada uno y lo que tenemos que realizar como misión de vida.

La personalidad es una energía que viene a formarse en los primeros años de vida, pero que no sale de la nada. En cierto sentido podríamos decir que la personalidad ya tiene sus semillas en las tendencias que han retornado en el nuevo cuerpo y que se expresarán como aspectos de carácter en el futuro. De manera que en la personalidad hay una energía pura, que es de la esencia, y una energía que está condicionada por esas tendencias. Como es una energía psíquica que se fundamenta en los cuerpos inferiores y especialmente en el cuerpo físico, comienza a formar una especie de “entidad” que es lo que normalmente creemos ser.

El problema es cuando esta personalidad se desarrolla en base a valores que no alientan el desarrollo del ser y sus dones, sino que se fundamentan en las demandas de lo que llamamos mundo exterior.
De alguna forma esa energía comienza a funcionar en base a diversas estructuras: complacer a los demás; victimismo; búsqueda de aprobación; desconexión de su mundo interior; superficialidad, etc. 

Siendo la personalidad la depositaria de la energía de la esencia y que debería servir para que esta pudiera expresarse, se transforma en realidad casi en su enemiga. Si embargo nada ocurre por casualidad. Tener el centro de gravedad en la personalidad significa que le persona cree ser la personalidad y lo que dice comúnmente como “soy yo”, es en realidad esa energía que se maneja en función del mundo externo y desconoce la realidad interior.
Esto tiene un precio y además ese precio es parte de la ayuda para poder volver a conectar con el ser. El precio es la insatisfacción, el vacío existencial, el sentimiento de incomplenitud derivado del engaño al que está sometida la personalidad que se basa en creer que si cumple con ciertos parámetros entonces será feliz y completa. Cuando eso no ocurre viene el sentimiento de descontento, de vacío negativo, pero a la vez ese mismo sentimiento se convierte en el trampolín para la búsqueda interior. 

Es en ese momento cuando comienza el camino de introspección, pero para esto la personalidad tiene que quedar pasiva, es decir comenzar a no ser tan activa en sus actividades para de esa manera dar lugar a la esencia. La forma de poder quedar pasiva viene de la conciencia, de un darse cuenta especial, lo que los maestros orientales llamaron “conciencia de la nadidad”, aquello de “negarse a sí mismo”, lo que mi gurú dice “perderse de vista”, dejar de mirarse todo el tiempo y sentir ese yo cotidiano. Esta conciencia de la nadidad es el primer paso al despertar y a la reconexión con la esencia. Implica el darse cuenta que no somos quien creemos ser.
Como ayuda a esto anteriormente sugerí la necesidad de conocer el nombre interno. A muchos les pareció algo difícil, eso es porque piensan que es difícil, porque difícil es una palabra.
Considero que el encontrar el nombre y la magia personal establece también una conexión entre el Ser divino y la esencia encarnada. Es un puente celestial que se tiende que ayuda a tener la conciencia de que no somos la personalidad sino algo diferente.

Sin embargo la personalidad juega un papel en todo esto, ya que su parte pura pertenece a la esencia y no puede ser eliminada. Personalidad también además de máscara tiene otro significado: “per sona”, por el sonido, se refiere a nuestra nota particular, nuestra propia vibración. Si encontramos nuestra vibración encontramos nuestro ser,  la “palabra perdida”  y  nuestros dones.  
De esta manera nos posicionamos frente a la vida desde lo real en cada uno de nosotros y no desde el error.

Mago Viejo

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