29/3/14

AVIONES DESAPARECIDOS

La desaparición del vuelo de Malaysia Airlines recuerda al que tuvo lugar hace casi cinco años con un avión de Air France. Sucedió el 1 de junio de 2009, cuando un Airbus A330 desapareció en aguas del océano Atlántico con 228 personas a bordo (216 pasajeros y 12 tripulantes). El avión despegó de Río de Janeiro (Brasil) y debía llegar al aeropuerto Charles de Gaulle de París, pero cuatro horas y 14 minutos después de partir, las grabaciones de cabina se interrumpieron de repente.

El avión se desplomó al mar desde más de 11.000 m. de altitud en 3,30 minutos, según la oficina de Investigación y Análisis de Francia (BEA por sus siglas en francés). Esto se produjo después de haber ofrecido información confusa de la velocidad del viento a los pilotos.
La recuperación de las cajas negras del vuelo fue aún más complicada, a pesar de que éstas estuvieron emitiendo diversas señales durante aproximadamente un mes. Iniciaron la localización de la zona del siniestro, en medio del Océano Atlántico, y los equipos realizaron un largo viaje desde los puertos más cercanos. Llegaron al lugar el día siguiente del accidente, encontrando nada más que diversas piezas metálicas y algunas manchas de combustible sobre el agua.

La desaparición del Grumman (1969)

«¡Vamos hacia el Sol!». Este fue el último mensaje enviado por el telegrafista del avión antisubmarino Grumman, desaparecido el 1 de julio de 1969, en el mar de Alborán, frente a las costas de Almería. Cuando transcurrió el plazo fijado para el regreso y el aparato no volvió a su base, ni contestó las llamadas, se organizó una gran operación de búsqueda con importantes medios aeronavales. Tan solo se lograron hallar los dos asientos, del resto de la nave y de los tripulantes jamás se volvió a saber nada.

Una búsqueda extrañamente infructuosa, si tenemos en cuenta que en las labores de rescate y búsqueda participaron distintos aviones del Ejército de Tierra, helicópteros, cuatro buques de la Armada, incluso unidades especificas de este tipo de siniestros procedentes de las islas Canarias. Pero no hubo suerte.

El comandante que pilotaba el avión, Antonio González de Boado, había despegado del aeropuerto de Jerez de la Frontera (Cádiz) con una misión de control y seguimiento, ante la posible presencia de barcos rusos en misiones de espionaje en aguas desde Gibraltar hasta Almería.

La investigación realizada por las autoridades declaró el siniestro de «inexplicable». Los medios de comunicación ofrecieron escasos datos sobre el accidente. Para el Ejército del Aire, se debió a la mala suerte, sin más explicaciones. Y hubo expertos en temas de ufología, como Antonio Ribera en el libro «Los 12 Triángulos de la muerte», que defendieron que este suceso se produjo a causa de un fenómeno paranormal.
Curiosamente el comandante González de Boado fue el primer oficial español que investigó por su cuenta el fenómeno OVNI en España, originando cierto malestar entre sus compañeros a raíz de algún artículo publicado.
Nada más se supo ni de Boada ni de los siete militares que viajaban con él, por lo que los seguidores y amantes de la ufología no tardaron en dar rienda suelta a sus diversas especulaciones. El misterio sigue abierto.

EL MISTERIO DE LOS AVIONES QUE DESAPARECIERON SIN DEJAR RASTRO.

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