30/3/16

PEQUEÑA EDAD DE HIELO


La Pequeña Edad de Hielo (PEH) fue un período frío que abarcó desde comienzos del siglo XIV hasta mediados del XIX. Puso fin a una era extraordinariamente calurosa llamada óptimo climático medieval (siglo X al XIV). Hubo tres máximos: sobre 1650, alrededor de 1770 y hacia 1850.
Inicialmente se pensó que era un fenómeno global, pero posteriormente fue desmentido. Bradley y Jones (1993), Hughes y Díaz (1994) y Crowley y Lowery (2000), describen la PEH como una época donde el hemisferio norte tuvo un modesto enfriamiento de menos de 1ºC.

La NASA define el término Pequeña Edad del Hielo como un periodo frío entre 1550 y 1850 con tres periodos particularmente fríos: uno comenzando en 1650 (Mínimo de Maunder 1645-1715), otro en 1770 y el último en 1850, cada uno separado por intervalos de ligero calentamiento.

La Pequeña Edad de Hielo en España.

Quereda Sala y otros mencionan que el Ebro se heló siete veces entre 1505 y 1789. En 1788 y de nuevo en 1789 el río permaneció helado durante quince días. El libro también menciona la presencia de una extensa red de neveros, o pozos de nieve, ventisqueros y glaciares que se construyeron y mantuvieron entre los siglos XVI y XIX a lo largo del Mediterráneo oriental, algunos ubicados en áreas donde no nieva en la actualidad un solo día al año. El almacenamiento y distribución de hielo eran un negocio vivo que involucraba secciones enteras de la población rural.
Hay también una amplia evidencia de que durante ese período los glaciares se extendieron en los Pirineos, fundiéndose desde entonces. Es más, los remanentes del glaciar de Sierra Nevada que finalmente sucumbió al final del siglo XX, se originaron en este momento, y no eran, como a veces se dice, restos de la última verdadera Edad de Hielo. Los últimos verdaderos glaciares de Sierra Nevada y los Picos de Europa se fundieron a finales del siglo IX.
Se cree que las temperaturas en Europa durante el óptimo climático medieval llamado entre los siglos IX al XIII deben haber sido entre 1º y 1,5°C. superiores a la temperatura actual, suficiente para que estos glaciares, e incluso los de los Pirineos, se hubieran fundido. Los actuales glaciares de los Pirineos se formaron principalmente durante este periodo frío y han estado fundiéndose despacio desde entonces. El área de la superficie total de los glaciares en la vertiente sur de los Pirineos ha descendido desde las 1.779 ha. en 1894 a 290 ha. en el año 2000.
Martin y Olcina en Clima y Tiempo señalan en España cuatro períodos de sucesos catastróficos (mitad del siglo XV, 1570–1610, 1769–1800 y 1820–1860) señalados por lluvias intensas, nevadas y tormentas en el mar. Estos se mezclaron con los interludios de severas sequías.
Otro estudio de A. Sousa y P. García-Murillo en 2003 se fija en los cambios en el humedales de Andalucía (específicamente Doñana) al final de la Pequeña Edad de Hielo. Los autores encontraron que la Pequeña Edad de Hielo se caracterizó por periodos más lluviosos alternando con otros de sequía. Otros autores creen que la PEH se caracterizó en el sur de la Península Ibérica por un aumento de la lluvia, mayor frecuencia de las inundaciones y de la sedimentación en la Europa mediterránea.
Alrededor de 1850, el clima del mundo empezó a calentarse de nuevo y puede decirse que la Pequeña Edad de Hielo se acabó en ese momento.

Los científicos han identificado dos causas de la Pequeña Edad de Hielo fuera de los sistemas de interacción océano-atmósfera: una disminución de la actividad solar y un aumento de la actividad volcánica. Otras personas investigan influencias más antiguas, como la variabilidad natural del clima y la influencia humana. Algunos también han especulado que la despoblación de Eurasia durante la peste negra y la disminución resultante en el rendimiento agrícola pudieran haber prolongado la Pequeña Edad de Hielo.
Durante el periodo 16451715, en mitad de la Pequeña Edad de Hielo, la actividad solar reflejada en las manchas solares era sumamente baja, con algunos años en que no había ninguna mancha solar. Este período de baja actividad de la mancha solar es conocido como el Mínimo de Maunder. El eslabón preciso entre la baja actividad de las manchas solares y las frías temperaturas no se ha establecido, pero la coincidencia del Mínimo de Maunder con el periodo más profundo de la Pequeña Edad de Hielo sugiere que hay una conexión. Otros indicadores de la baja actividad solar durante este período son los niveles de carbono-14 y berilio-10.

A lo largo de la Pequeña Edad de Hielo, el mundo experimentó también una actividad volcánica elevada. Cuando un volcán entra en erupción, sus cenizas alcanzan la parte alta de la atmósfera y se pueden extender hasta cubrir la tierra entera. Estas nubes de ceniza hacen que no llegue la radiación solar entrante, llevando a una disminución de la temperatura a nivel mundial. Pueden durar hasta dos años después de una erupción. Asimismo, se emitió durante las erupciones azufre en forma de gas SO2. Cuando este gas alcanza la estratosfera, se convierte en partículas de ácido sulfúrico que reflejan los rayos del sol, reduciendo la cantidad de radiación que alcanza la superficie de la tierra. En 1815 la erupción del volcán Tambora en Indonesia cubrió la atmósfera de cenizas; el año siguiente, 1816, fue conocido como el año sin verano, cuando hubo hielo y nieves en junio y julio en Nueva Inglaterra y el norte de Europa.

Fuente: Wikipedia

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