30/4/19

LA PROFECIA DE BALAAM


Baal de Peor (Baalpeor o Beelfeghor), era el amo del Monte Fogor o Peor, una montaña de Moab. El baal es “el poseedor”, el que mantiene la dominación real; así Baal de Peor era la divinidad moabita que gobernaba sobre Fogor.

Algunos lo identifican con Kemós (Chemosh), el dios nacional de Moab, aunque muchas localidades tenían sus deidades locales. Por lo general al baal se le atribuía la fertilidad de la tierra y el aumento en los rebaños; se le rendía culto con ofrendas de los productos que daba y a menudo con prácticas de impudicia hechos en su honor en su santuario. Una de las grandes tareas de los profetas de Israel era erradicar este culto inmoral del suelo de Palestina.
Israel entró en contacto con el Baal de Peor en Sittim, en las planicies de Moab, su última parada antes de entrar a la tierra de Canaán. Aquí muchos israelitas, como secuela a su inmoral relación con las mujeres de Moab, tomaron parte en los banquetes sacrificiales en honor del Baal de Peor por cuyo pecado fueron castigados con la muerte (Núm. 25). Comúnmente se afirma, en vista de los hechos en Sittim y de la naturaleza general del culto a baal, que los ritos inmorales eran parte del culto a este dios; mientras que el texto no lo afirma, el gran número de personas envueltas y el hecho de que “el asunto de Fogor” se atribuye a la instigación de su vidente Balaam, parece indicar que el hecho tenía relación con el culto a Baal de Peor (31,16). El terrible castigo infligido a Israel por el pecado de Sittim se menciona varias veces en la Biblia, y San Pablo (1 Cor. 10,8) lo usa para dar una enseñanza.

Se cree que la supervivencia del culto hasta mediados del siglo II es atestiguada por una inscripción dedicada por algunos soldados de Arabia a Júpiter Beelfaro, a quien se identifica con Baal de Peor.

La historia del vidente Balaam aparece en el Antiguo Testamento, en Números 22-24 y 31,8-16; Deut. 23,6; Josué 13,22 y 24,9-10. También en Nehemías 13,2; Miqueas 6,5; 2 Pedro 2,15; Judas 11 y Apocalipsis 2,14.
La procedencia de este nombre es incierta, el Dr. Neubauer lo relacionó con el dios Ammo o Ammi, como si Balaam perteneciera a un pueblo cuyo dios o señor fuera Ammo o Ammi. Se dice que Balaam vino de la tierra de los hijos de Ammav o quizás Ammon (Núm. 22,5).

Al territorio que antiguamente habitaban los moabitas se le llamaba “Moab” (Gé 36:35; Num. 21:20; Rut 1:2; 1Cr 1:46; 8:8; Sl 60:8.) Anteriormente habían residido en esa tierra los emim, pero es posible que los moabitas los expulsaran.
En un tiempo anterior la tierra de Moab se extendía hacia el norte del Arnón y abarcaba las llanuras desérticas de Moab, al otro lado del Jordán desde Jericó (Núm. 22:1.). Pero antes de la llegada de los israelitas, el rey amorreo Sehón se anexionó esta región, de modo que el Arnón se convirtió en el límite septentrional de Moab (Núm. 21:26-30; Jue 11:15-18.).
Sehón derrotó también a los ammonitas y los hizo retroceder hacia el norte y el este. El territorio que los amorreos conquistaron a estos dos pueblos formó una división entre Moab y Ammon, e hizo que Moab limitase al norte con el territorio amorreo y al sur con el edomita (Jue. 11:13,21,22). Parte del territorio amorreo había pertenecido anteriormente a Moab, por lo que quizás se le continuó llamando “la tierra de Moab” (Dt 1:5). En esta tierra acampó Israel antes de cruzar el Jordán (Núm. 31:12; 33:48-51).

Balaq, el rey de Moab, alarmado por las victorias de Israel sobre los amorreos, envió mensajeros con regalos a Balaam, hijo de Beor, quien vivía en Petor del Río (el Pitru de los textos cuneiformes), para inducirlo a ir a maldecir a Israel. Aunque Balac no pretendía reclamar el territorio moabita que los israelitas habían conquistado a los amorreos, temía por su reino. Por eso consultó a los ancianos de Madián y luego envió mensajeros, ancianos de Moab y de Madián, para contratar a Balaam.

En esos tiempos antiguos, los hombres le daban gran importancia a la maldición, como por ejemplo la del padre a su hijo, y Balaam tenía una fama especial en ese aspecto.
Balaq le mandó a decir con sus mensajeros: “Sé que el que tú bendices queda bendito y el que maldices, maldito”. Cuando los emisarios hubieron dado su mensaje, Balaam consultó al Señor sobre si debía ir o no, y al negársele el permiso, dio la respuesta negativa a los embajadores. Osadamente Balaq envió otra embajada, compuesta de hombres más ilustres, príncipes, con instrucciones de ofrecer a Balaam lo que él quisiera, con tal que maldijera a Israel. De nuevo Balaam consultó al Señor y obtuvo permiso para ir, con la condición que haría lo que Dios le mandara.
Al día siguiente Balaam ensilló su burra y salió con los principales de Moab. En el camino la burra dio muchas muestras de alarma; se apartó bruscamente del camino, le aplastó el pie a Balaam contra una pared y finalmente se echó al suelo bajo Balaam, de modo que éste la golpeó cruelmente e incluso la amenazó con matarla. Entonces Dios le concedió a la burra el don de hablar, y le reprochó su crueldad hacia ella. Al mismo tiempo los ojos de Balaam se abrieron y vio la causa de la extraña conducta de su burra, es decir, el ángel del Señor parado en el camino con la espada desenvainada bloqueándole el camino. El Ángel regañó a Balaam por su cruel conducta y le dijo que fue la acción de la burra lo que había salvado su vida. Finalmente, le permitió a Balaam continuar su viaje, pero sólo con la condición de que hablara sólo lo que él le mandara.

Balaq salió al encuentro de Balaam en las fronteras del Arnón, y fueron juntos a Quiryat Jusot, donde se ofrecieron los debidos sacrificios. Al otro día Balaq llevó a Balaam a Bamot Baal, desde donde se podía ver las inmediaciones del campamento de Israel. Sacrificaron siete novillos y siete carneros y Balaam se fue aparte a consultar al Señor, el profeta regresó donde Balaq y se negó a maldecir a Israel. Por el contrario los elogió diciendo: “¿Quién contará el polvo de Jacob, quien numerará la polvareda de Israel?. Muera mi alma con la muerte de los justos, sea mi paradero como el suyo.”
Entonces Balaq llevó a Balaam a la cumbre del Monte Pisgá para ver si desde allí podría maldecir a Israel. Pero después de los mismos ritos y formalismos, Balaam de nuevo pronunció una bendición más enfática que la anterior: “He aquí que me ha tocado bendecir, bendeciré y no me retractaré.”
Ya que no le maldices por lo menos no le bendigas”, exclamó Balaq. Pero resolvió probar al profeta una vez más y lo llevó a la cima del Monte Peor que mira hacia el desierto. Allí se ofrecieron sacrificios de nuevo, pero sin más formalidad, Balaam, bajo la influencia del espíritu de Dios prorrumpió en el hermoso panegírico a Israel que comienza con las palabras: “Qué hermosas son tus tiendas, Jacob, y tus moradas, oh Israel...”.

Finalmente Balaq despidió a Balaam, pero antes de partir el profeta emitió su cuarto pronunciamiento sobre el glorioso futuro de Israel y el destino de sus enemigos. Su visión, también, penetrando más allá del Reino de Israel terrenal, parece haber divisado el reino mesiánico por venir: “Lo veo, aunque no para ahora, lo diviso, pero no de cerca, de Jacob avanza una estrella, un cetro surge de Israel.”
Antes de regresar a su país, Balaam residió un tiempo con los madianitas. Allí parece que él instigó a sus hospederos a enviar mujeres madianitas y boabitas entre los israelitas para seducirlos y apartarlos de su alianza con Yahveh (Núm. 31,16). Esto fue mientras el pueblo de Israel acampaba en Sittim, y no hay duda que está estrechamente relacionado con los problemas y desórdenes sobre Baal de Peor, mencionado en Números 25. El castigo infligido por Dios a los Israelitas fue notable, una plaga que mató a 24.000 (25,9) y ni siquiera Balaam escapó, él fue asesinado, junto con los cinco reyes de Madián, en la guerra que sostuvo Israel contra esa nación (Núm. 31).

La referencia a eventos históricos en la cuarta profecía de Balaam lleva a muchos críticos a fijar la fecha de su composición no antes del reinado de David. Se dice que la guerra de Números 24, 17 es la guerra de David contra los moabitas. Pero, dejando a un lado el don de profecía, sabemos que escritos de esta clase, como los Salmos, a menudo son retocados en épocas posteriores a la de su composición. Parece legítimo concluir que este pasaje muestra signos de haber sido expandido y reeditado en este período.
Como descendientes de Lot (sobrino de Abraham) (Génesis 19:30-38.), los moabitas estaban emparentados con los israelitas. Sus idiomas eran muy similares, como puede comprobarse en las inscripciones de la Piedra Moabita, y parece que los moabitas practicaban la circuncisión igual que los israelitas (Jer. 9:25, 26). Sin embargo, salvo pocas excepciones, como los casos de Rut e Itmá, uno de los hombres poderosos del rey David, los moabitas fueron enemigos acérrimos de Israel.

Véase información sobre la Piedra Moabita en MESÁ núm.2

Fuente: Howlett, James. "Balaam." The Catholic Encyclopedia. Vol. 2. New York: Robert Appleton Company, 1907. http://www.newadvent.org/cathen/02214b.htm

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