Los púlsares representan una de las últimas fases de la vida que puede experimentar una estrella. Sin embargo, durante esta fase de vejez, los púlsares también están sujetos a su propia evolución, según acaba de demostrar una investigación liderada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Sus observaciones, publicadas esta semana en la revista Nature, han registrado la metamorfosis de una de estas estrellas de neutrones desde radio púlsar a púlsar de rayos X y, nuevamente, a radio púlsar. Este último cambio tuvo lugar en aproximadamente dos semanas.
Se trata de la estrella de neutrones IGR
J18245-2452, situada a 18.000 años luz de la Tierra , en la constelación
de Sagitario. En abril de 2013, el equipo de investigación observó que este
objeto se comportaba como un púlsar de rayos X y, al compararlo con los
catálogos estelares, descubrió que dicho púlsar había sido previamente
caracterizado como un radio púlsar. No obstante, poco más de dos semanas
después, el objeto volvía a comportarse según su clasificación original al
volver a emitir ondas de radio. Para Scott Ransom, astrónomo del National Radio
Astronomy Observatory (NRAO) in Charlottesville, lo que estamos viendo es el
equivalente cósmico al doctor Jekyll y Mr. Hyde, con la habilidad de cambiar de
una forma a otra a gran velociedad».
El investigador del Instituto de Ciencias del
Espacio Alessandro Papitto, que ha dirigido la investigación, afirma que esta
es la primera vez que se observa a un mismo púlsar experimentar dos fases
distintas de emisión y, por tanto, supone el hallazgo “del eslabón perdido
de las estrellas de neutrones”.
Actualmente, la mayoría de los púlsares se
clasifican en dos grupos en función de su comportamiento y del tipo de
radiación periódica que emiten, la cual puede ser de radio o de rayos X. Los
púlsares de rayos X pertenecen a sistemas binarios en los que la estrella que
les acompaña vierte materia sobre ellos, lo que acelera su período de rotación
y provoca su emisión de rayos X. Por su parte, los radio púlsares emiten
radiación, debido a la rotación de su campo magnético.
Papitto explica que “al principio de la década de
los años ochenta se descubrió el primer radio púlsar con un período de rotación
de milisegundos”. Se trataba de la velocidad de rotación más alta observable en
la superficie de una estrella.
El investigador del CSIC cuenta que “este
descubrimiento dio lugar a la incógnita de cómo esos objetos podían alcanzar
dichos periodos de rotación tan veloces, dado que en ellos siempre se había
observado una tendencia a la deceleración”. Se propuso entonces que tales
púlsares hubieran sido acelerados por la caída de materia durante una fase previa
como púlsares de rayos X, y que se tratase, por tanto, de un proceso evolutivo.
Dicha incógnita ha sido resuelta gracias a este
púlsar metamórfico. Para Papitto también resulta “muy significativo que se haya
demostrado que la transición entre ambas fases del púlsar no ocurra únicamente
una vez a lo largo de miles de millones de años”. Al contrario, su trabajo
demuestra que “existe una fase intermedia en el que los púlsares pueden
cambiar de un estado a otro en repetidas ocasiones y en escalas de tiempo
muchísimo más cortas de lo que se creía hasta ahora”.
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