El Maestro Djwal Khul, conocido como El Tibetano, es el más anciano de la gran Hermandad Blanca, sus enseñanzas fueron transmitidas a su discípula y fiel colaboradora Alice A. Bailey para ayudar a la humanidad a comprender como trabajan los maestros espirituales desde los niveles internos y como nos están ayudando en la evolución humana y en la expansión de la conciencia planetaria.
EL SENDERO DE LA INICIACIÓN
La iniciación tiene que ver con el desenvolvimiento consciente del yo y concierne al aspecto sabiduría del Yo Uno. Supone el desarrollo del principio inteligencia e implica que el ente humano capte el propósito y la voluntad y, además, que participe inteligentemente mediante el amor y el servicio.
Iniciado es aquel que, a pesar de todas sus grandes realizaciones, rara vez es comprendido por su propia generación. Con frecuencia es blanco de la maledicencia de los hombres y a menudo no se lo interpreta bien. Pero al iniciado no le importa, pues tiene el privilegio de ver el futuro y reconocer que la fuerza por él engendrada, cumplirá el plan a su debido tiempo.
En la primera iniciación, o el nacimiento del Cristo, generalmente se vivifica el centro cardíaco, a fin de obtener un control más eficaz del vehículo astral y prestar un mayor servicio a la humanidad. Después de esta iniciación se enseña principalmente al iniciado lo concerniente al plano astral; debe estabilizar su vehículo emocional y aprender a actuar en el plano astral con la misma soltura y facilidad con que lo hace en el plano físico; debe entrar en contacto con los devas astrales; aprender a controlar a los elementales del astral; actuar con facilidad en los subplanos inferiores, y acrecentar el valor y la calidad de su trabajo en el plano físico. En forma interesante aparece en El Nuevo Testamento esta analogía en la vida del iniciado Jesús. Pasaron muchos años entre el Nacimiento y el Bautismo, pero en tres años dió los tres pasos restantes. Una vez pasada la segunda iniciación, el progreso es rápido; La tercera y cuarta iniciaciones seguirán probablemente en la misma vida o en la siguiente.
La segunda iniciación constituye la crisis del control del cuerpo astral. Así como en la primera iniciación se manifiesta el control del cuerpo físico denso, en la segunda se manifiesta análogamente el control del astral. El sacrificio y la muerte del deseo ha sido la finalidad del esfuerzo. El ego dominó al deseo, y solo queda el anhelo de lo que es para beneficio del todo, de acuerdo a la voluntad del ego y del Maestro. El elemental astral es controlado, el cuerpo emocional se torna puro y límpido y va desapareciendo rápidamente la naturaleza inferior. Si en esta iniciación se sigue el curso común (lo que no es del todo seguro) se vivifica el centro laríngeo. Esto desarrolla la capacidad de aprovechar las adquisiciones de la mente inferior en servicio del Maestro y ayuda al hombre; otorga la habilidad de dar y expresar aquello que constituirá una ayuda, posiblemente a través de la palabra hablada, pero indefectiblemente al prestar algún tipo de servicio.
Quienes participan en los misterios han de procurar interpretar lo expuesto en función de espíritu y no de materia o forma, tratando con el aspecto subjetivo o conciencia de la manifestación y lo que subyace en la forma objetiva. Tal comprensión ahorra al estudiante muchas confusiones.
Consideramos hechos sustanciales y reales en el plano mental -el plano donde tienen lugar las iniciaciones mayores- pero que no se materializan ni constituyen fenómenos en el plano físico. El vínculo entre ambos planos reside en la continuidad de conciencia que haya desarrollado el iniciado, lo cual le permite transferir al cerebro físico acontecimientos y circunstancias de los planos subjetivos de la vida.
La corroboración de esto y la prueba de la exactitud del conocimiento transmitido, pueden demostrarse de la manera siguiente:
La corroboración de esto y la prueba de la exactitud del conocimiento transmitido, pueden demostrarse de la manera siguiente:
En los centros etéricos y a través de ellos.-
Estos centros recibirán poderoso estímulo y, por medio de su incrementada energía inherente, capacitarán al iniciado para llevar a cabo, en el sendero del servicio, lo que nunca se había imaginado. Sus sueños e ideales no se convierten en posibilidades, sino en hechos demostrados en la manifestación.
Los centros físicos, tales como la glándula pineal y el cuerpo pituitario, empezarán a desarrollarse rápidamente, y el iniciado será consciente del despertar de los "siddhis" o poderes del alma, en el más elevado sentido de la palabra.
El sistema nervioso por cuyo medio actúa el cuerpo emocional o astral, llegará a ser muy sensible, a la vez que muy fuerte. El cerebro se convertirá rápidamente en un transmisor agudo de los impulsos internos. Este hecho es de real importancia y, a medida que su significación sea más evidente, traerá una revolución en la actitud de los educadores, de los médicos y de otras personas, hacia el desarrollo del sistema nervioso y la curación de los desórdenes nerviosos.
La memoria oculta.-
El iniciado llega por último, a ser progresivamente consciente del desarrollo de esa recordación interna o “memoria oculta", que concierne al trabajo de la Jerarquía y, principalmente, de la parte que le corresponde en el plan general. También debe recordarse, que si lo dicho es verdad respecto al trabajo, lo es más en relación con el iniciado. La iniciación es algo estrictamente personal, pero de aplicación universal. Depende de su realización interna. El iniciado sabrá por sí mismo, sin que nadie se lo diga, cuándo tiene lugar el acontecimiento. La expansión de conciencia, llamada iniciación, incluye el cerebro físico, de otro modo no tendría valor. Esas expansiones menores de conciencia que experimentamos normal y diariamente y de las cuales decimos que "aprendemos" esto o aquello, tienen que ver con la captación, por parte del cerebro físico, de un hecho impartido o circunstancia captada. Lo mismo sucede con las expansiones mayores, que son el resultado de muchas menores. Es muy posible que el hombre actúe también en el plano físico, y se dedique activamente a servir al mundo sin guardar recuerdo alguno de haber pasado por el proceso iniciático; no obstante, puede haber recibido en una vida anterior la primera o la segunda iniciación.
El sendero del discipulado es difícil de hollar, y más aún el sendero de iniciación. El iniciado es un guerrero cubierto de cicatrices, el vencedor de muchas luchas. No habla de sus realizaciones, porque está muy ocupado con el gran trabajo que tiene entre manos.
D.K. El Maestro Tibetano
Extracto del libro LA INICIACIÓN de Alice A. Bailey
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