Habiendo
buscado los filósofos la noción de sustancia, unos en la idea de
fuerza, y otros en la de extensión, y no habiéndola encontrado ni
en una ni en otra, se infiere que está en las dos.
A
mí esta inferencia me parece absurda. Una sustancia compuesta de
otras dos, no sería una sustancia primaria, sino un amasijo
secundario, una sustancia de tercera mano. Fuerza y extensión, por
más indisolublemente que se las suponga unidas, no pueden ser
sustancia, porque lo compuesto no puede ser simple.
Y
¿no seria más natural creer, como yo creo, que la fuerza y la
extensión no son más que dos nombres de una misma cosa, dos polos
de un mismo eje, los dos extremos de la idea de cantidad, que por un
lado es intensiva, y más o menos extensa, pero espiritual, activa,
llena de vida y fuerza, y por el otro lado extensa, y más o menos
intensiva, pero visible, y material?.
Esta
idea de cantidad, allá en el infinito positivo, es tan vital como el
pensamiento, y la misma idea, aquí en el infinito negativo, es tan
poco intensiva que es material como la extensión.
Casi
todos los grandes filósofos, aunque todos ellos de una manera muy
vaga, han señalado alguno de los atributos de la cantidad como la
sustancia de las cosas. Para Pitágoras, el viejo del espiritualismo,
todo está fundado en los números, y el alma misma es un número que
se mueve a sí mismo.
Platón
representa a Dios creando y ordenando los elementos y el alma por
relaciones matemáticas. En esta brillante dinastía de reyes del
espiritualismo, viene San Agustín a asegurar que la razón no es más
que un número; y Descartes despues a decir que todas las relaciones
que pueden existir entre los seres de un mismo género se reducen a
dos, el orden y la medida; por lo cual el agudísimo Mallebranche ya
dividió todo género de relaciones de las cosas en dos categorías
de ideas, las de orden, que son más o menos perfectas, y las de
medida, que son más o menos grandes.
Según
Kircher el número no es más que la razón desarrollada; y Leibnitz
asegura que el número es como cierta figura metafísica, y la
aritmética como cierta estática de todo, que sirven para escudriñar
los secretos de las cosas. Maistre señala el número en cada cosa.
Bonald,
tomando por base la proporción matemática que la causa es al medio,
como el medio es al efecto, enseña, entre otras cosas, que Dios es
al Verbo, como el Verbo es al Universo. Laplace y Poisson van más
lejos que todos aplicando el cálculo de las probabilidades a las
ciencias morales, y asegurando el primero que los movimientos del
pensamiento están sujetos a las leyes de la dinámica.
¿Por
qué todos estos filósofos, en cuyas venas circulaba la sangre de
raza pura, señalan todos aunque indeterminadamente, cierta forma de
la cantidad, como la sustancia de las cosas?
Algunos
filósofos modernos, entre otros Bordas y Huet en Francia, y Mateos
en España, han aumentado la dificultad de la noción de sustancia,
creyendo resolverla para siempre. Lo mismo que Demócrito, Epicuro y
Descartes solo entienden por cantidad la extensión material, y a la
idea de extensión la han añadido otra diferente, la de fuerza, y
han definido la sustancia del modo siguiente: «La sustancia se
compone de fuerza y extensión indisolublemente unidas.»
Pero,
por muy indisolublemente unidos que estén, dos elementos diferentes
no pueden componer una sustancia única. Y si la sustancia no es una,
todos los problemas más importantes de la metafísica quedan sin
solución posible, tales como el orden del universo, la unión de lo
físico con lo moral y la coexistencia de lo finito con lo infinito.
Ni
el universo puede tener por base más que una idea sustancial única,
ni la ciencia se compone más que de una sola idea. Para resolver la
dificultad, en vez de concebir la cantidad como un elemento pasivo,
como los ilustres metafísicos que nos han precedido, y sin necesidad
de ponerla en movimiento con el elemento extraño a ella llamado
fuerza, como han hecho nuestros sabios contemporáneos, no se puede
concebir la creación sin despojar a la cantidad de su complexidad y
pasividad, considerándola como sustancia única activa.
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