ENCONTRAR A NUESTRO ANGEL CUSTODIO
Imaginaremos que nos encontramos bajo la bóveda celeste. El cielo azul oscuro; un cielo nocturno. Alzaremos la mirada para buscar las estrellas y contarlas. Son muchas y cada una brilla con una luz propia particular. Observaremos todos esos puntos luminosos que bailan y se mueven en el cielo.
Si observamos bien, nos daremos cuenta de que hay una estrella que vibra con una luminosidad particular. Aislaremos esta estrella y la observaremos resplandecer en el cielo. Nos parecerá que brilla sólo para nosotros.
Mientras la observamos, la estrella empezará a moverse lentamente. Atravesará el cielo y descenderá hacia nosotros. Acercándose, se volverá más luminosa, parecerá casi que ilumina todo el cielo, haciéndose cada vez más grande. Prestaremos atención al centro de la estrella.
Notaremos que empieza a delinearse una figura. La imagen se nos acercará cada vez más. No debemos tener miedo. La luz difundirá un sentimiento de paz y de bienestar. Intentaremos descubrir los detalles y permitiremos a nuestro corazón vibrar en la dirección de la luz y sintonizarse con ella.
Estamos a punto de encontrar a nuestro ángel.
Dejaremos que se acerque con confianza y disfrutaremos del sentimiento de espera y de la emoción que se deriva de él.
Estaremos atentos para percibir cada sensación, cada matiz, cada color. Disfrutaremos del sentimiento de paz y de tranquilidad, pero también de la alegría que crece en nosotros, de la seguridad de sentirnos protegidos, de sentirnos en casa.
Nos concentraremos en el contacto que se establece entre nuestro corazón y la vibración de su luz.
Esperaremos a transmitir al ángel nuestro mensaje. Primero, le daremos las gracias por haber respondido a nuestra llamada y luego expresaremos nuestra petición.
Podemos pedir ayuda, protección y consejo sobre un problema en particular, o sencillamente, podemos continuar manteniendo dentro de nosotros la consciencia de este extraordinario contacto, contentándonos de haberlo obtenido.
Al final, le daremos las gracias, le prometeremos amor sincero y le diremos adiós, preguntándole por la posibilidad de obtener otros encuentros. Miraremos cómo se aleja la luz y vuelve a convertirse en una estrella.
Mantendremos dentro de nosotros la sensación de este maravilloso contacto y la seguridad de que el ángel no nos abandonará nunca. Siempre ha estado allí, para nosotros, esperando nuestra llamada para ayudarnos, dispensando luz y amor.
Los Ángeles responden a los llamados con precisión y se enorgullecen de hacerlo así. Cuanto más específica sea la petición, tanto más específica será la respuesta. Mientras vivas en armonía con la Fuente Universal y dediques tus energías a ayudar a los demás, las huestes angelicales te ayudarán hasta en los detalles más pequeños de tu vida.
Usa el nombre de Dios.-
Dios está dentro de ti, y al utilizar la energía de Dios que hay en ti para dirigir a los ángeles, ellos te pueden responder con todo el poder del Universo. El fuego que Dios te da por ser hijo o hija, esta Chispa Divina, es el poder de crear en el nombre de Dios y de darle órdenes a los ángeles.
Cada vez que dices : "YO SOY....", estas diciendo: "Dios en mi es ...." y así atraes hacia tí lo que dices a continuación.
Todo el Cosmos es dirigido, vigilado y animado por series casi interminables de Jerarquías de Seres Conscientes, teniendo cada uno de ellos una misión que cumplir, (ya se les llame por un nombre o por otro, Ángeles, Devas, etc.) son Mensajeros tan sólo en el sentido de ser agentes de las Leyes Kármicas y Cósmicas. Varían hasta el infinito en sus grados respectivos de conciencia y de inteligencia y todos ellos son hombres perfectos en el sentido más completo de la palabra.
Múltiples servicios angélicos caracterizan el Amor Divinal. Cada Elohim trabaja en su especialidad. Nosotros podemos y debemos apelar a la protección Angélica.
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