Cuando
los Señores de Venus (los Dragones de Sabiduría, como a veces se
les llama) descendieron a nuestra tierra, trajeron consigo las
semillas de diversos tipos de seres vivientes desarrollados en Venus,
con el objeto de beneficiar y apresurar la evolución terrestre.
Cuando
se describe la llegada de Manu (Anu) con otros Rishis, se dice que
trajo consigo en su nave -el Arca- muchas semillas de vida. Y estas
semillas no eran únicamente las de la vida espiritual e intelectual,
sino también las de la vida física tal como existía en Venus.
El
trigo, por ejemplo, no pertenece a nuestra tierra, y muchos son los
botánicos que se hallan perplejos con respecto a su origen. Por
medio del cruzamiento del trigo producido por las semillas
procedentes de Venus con las hierbas indígenas de la tierra, los
primeros instructores desarrollaron los diversos granos alimenticios.
Las
abejas y hormigas, con sus especiales sistemas sociales y bien
dirigidos esfuerzos, proceden de Venus; proceden de una esfera en
donde toda evolución ha progresado mucho más que la nuestra, de
modo que hasta en los reinos de la vida vegetal y animal, todo se
halla en un nivel mucho más elevado que el que nosotros hemos
alcanzado hasta el presente.
Estos
“Dragones de Sabiduría” son los primitivos Adeptos de la tercera
Raza, y más adelante de la cuarta y quinta, dice H. P. Blavatsky:
Ellos eran los "Hijos del Fuego", los discípulos
inmediatos de los "Padres", la "Llama Primordial".
Ellos dieron los Buddhas; esto es, el Buddha supremo y el Bodhisattva
a la Tercera Raza, así como muchos Arhats, formando también parte
veinticuatro de los Señores que tenían estas mismas categorías en
la cuarta y quinta Razas, siendo la mayor parte de estos Seres Pitris
Agnishvatta, conocidos entre los Jainas como los veinticuatro
Tirthankaras.
Los
divinos Hermafroditas del punto medio de la tercera Raza, los "Padres
inmaculados", como se les llama, crearon Hijos por medio de la
voluntad y del yoga, para la encarnación de los más elevados
Agnishvatta, los "Antecesores -los antepasados espirituales- de
todos los subsecuentes y presentes Arhats o Mahatmas" esto es,
sus Gurús; y se nos dice que, en la séptima Raza, estos Hijos de la
voluntad y del yoga, junto con otros como ellos, producirán hijos
nacidos de la mente.
Estos
Hijos son Aquellos que, vigilando la evolución de las últimas
tercera y cuarta Razas, se irritaron con los hijos de los Atlantes,
cuando éstos cayeron en la degradación y fueron víctimas de la
gran catástrofe que los sumergió debajo de las aguas del océano.
Constantemente se habla de Ellos como de los instructores divinos,
Aquellos que dirigen la evolución espiritual humana y guían las
fuerzas cósmicas para favorecerla y estimularla.
Los
Reyes divinos de las más primitivas dinastías que dirigieron el
desarrollo intelectual de la humanidad, que le enseñaron las artes y
las ciencias, y que guiaron su evolución social, eran algunos de los
más elevados Pitris Agnishvata. Estos Pitris eran los Titan-Kabirim,
a los cuales se alude en los anales de los pueblos más antiguos.
H.
P. B. dice: "Ellos son en verdad los grandes y benéficos
poderosos Dioses. En Tebas, Corea y Demeter, los Kabirim tenían un
santuario, y en Menfis los Kabiri tenían un templo tan sagrado, que
nadie, excepto los sacerdotes, podían entrar en sus sagrados
recintos... Ellos fueron en el principio de los tiempos, los
Directores de la humanidad, cuando encarnaron como Reyes de las
dinastías divinas. Ellos dieron el primer impulso a la civilización,
y dirigieron la inteligencia con la cual habían dotado al hombre
hacia la invención y perfeccionamiento de todas las artes y
ciencias. Por esto se dice que los Kabiri aparecieron como los
bienhechores de los hombres, y como tales vivieron durante edades en
la memoria de los pueblos. A estos Kabiri o Titanes se atribuye la
invención de la escritura, de las leyes y la legislatura, de la
arquitectura, así como de las diversas formas de la llamada magia y
del empleo medicinal de las plantas".
Los
ocultistas llaman también Manushis a estos Seres divinos, quienes
enseñaron la lengua sagrada, el Senzar, a la tercera y cuarta Razas.
Extracto
del libro Genealogía del Hombre - Annie Besant
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